Pierre Lemaitre ha demostrado con creces su habilidad para montar novelas con personajes insólitos y tramas aventuradas pero, al mismo tiempo, factibles. Esta obra se presenta como segunda entrega de una trilogía sobre la época entreguerras en Francia. La primera es la premiada novela «Nos vemos allá arriba». En efecto, la trama narrada comienza en 1927 y finaliza en 1936. Se trata, por tanto, de los años de las crisis económicas, de la inestabilidad política, del surgimiento de los fascismos en varios países europeos y de la amenaza del nacionalsocialismo de Hitler. La protagonista de la novela, Madeleine Péricourt, lo expresa así cuando constata que su inquilino se niega a pagarle el alquiler, que ella y su hijo necesitan para sobrevivir: «estos tiempos son especialmente brutales». Y así es la novela. Brutal, aunque no abunden escenas de violencia. Inmoral en el sentido más amplio de la palabra, pues lleva al lector a identificarse con las fechorías de la protagonista, suavizadas por un tono a veces divertido e incluso grotesco.
Madeleine Péricourt es la hija del presidente de un banco privado. Divorciada, con el ex-marido en prisión y un hijo a su cargo, lleva una vida opulente en una sociedad en crisis. La novela comienza el día del entierro del banquero, que recibe incluso la visita póstuma del Presidente de la República. En medio de la ceremonia, su hijo Paul se tira desde el segundo piso de la mansión, salvando la vida pero quedando hemipléjico. A partir de ahí, la vida de Madeleine da un vuelco a peor. Sus supuestos amigos y protectores comienzan a darle la espalda, al igual que la suerte. En un momento determinado, consciente de la situación en que se encuentra, urde una venganza contra todos aquellos que, a su modo de ver, no la han tratado honradamente.
La novela se lee con gusto desde el punto de vista narrativo. La trama es ágil, con ciertas dosis de intriga, y se desarrolla en una época histórica de gran importancia. Muchas referencias y personas son difíciles de captar para quien carece de conocimientos de estos años. El decorado lo ponen la Alemania de Hitler, los fraudes empresariales y fiscales, el poder de la prensa, la corrupción a todos los niveles, el permisivismo sexual, aunque sin descripciones explícitas, y la hipocresía de toda una sociedad. Puede decirse que de esta depravación y este cinismo no se salva ni el apuntador. En definitiva, nada que no exista ya, en parte, en la primera novela premiada de Lemaitre «Nos vemos allá arriba».
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