Era un Ángel, por María Dolores Canals

Aquella mañana no se hablaba de otra cosa, se ha ido, se ha marchado, ha desaparecido, han venido a por él, ayer se oyeron ruidos y gritos, hubo mucho movimiento en las zonas de servicio…
Había decidido desayunar abajo pues en casa ya no quedaba nada aprovechable aparte de muchas medicinas y mucha, mucha, mucha agua.
Me dio un poco de pena, aunque ya me lo esperaba, lo que seguía a continuación de esos comentarios: menos mal que ha sido rápido, nunca me dio confianza, no nos trajo más que desdichas y mala suerte, ahora estaremos mejor sin él era un mentiroso.
Bueno, que se le va a hacer, estaba claro que nunca llegaron a conocerle y en consecuencia a apreciarle como me pasó a mí.
Él tampoco hizo nunca el menor intento de caer bien o de integrarse en nuestra pequeña comunidad, sabía que estaba de paso y que en cuanto resolviera sus asuntos desaparecería y además le interesaba dejar la menor huella posible.
Tengo que reconocer que para mí fue un “ángel”, gracias a él disfruté de uno de los periodos más divertidos y apasionantes de mi vida.
Pero eso forma parte de la historia que contaré a continuación. Durante un tiempo pensé que todo me lo había imaginado, que
realmente no habían existido ninguno de los protagonistas y que era
todo producto de alguna mezcla estúpida de medicamentos junto con algunas copas o similares.
Habían transcurrido ya unos aburridos y monótonos dos años desde los hechos, cuando leí el aviso en un blog de la red que frecuento y me quedé de piedra:
“SE BUSCA GENTE QUE HAYA TENIDO CONTACTO CON UNA PERSONA CONOCIDA COMO JULIO SUAREZ, DE UNOS 47 AÑOS ACTUALES, MORENO, DE PELO ABUNDANTE Y UNOS 1,80 METROS DE ALTURA. DOMINA VARIOS IDIOMAS AUNQUE ES DE ORIGEN ESPAÑOL. SE OFRECE GENEROSA RECOMPENSA”

(El anuncio venía repetido a continuación en múltiples idiomas incluidos árabe y chino -por lo menos oriental a mí entender- y se publicaba en un blog internacional de gran gancho que trataba sobre todo de temas y experiencias paranormales.)
Los datos eran un poco imprecisos y efectivamente en la descripción podrían encajarse multitud de personas que circulan habitualmente por la ciudad, sobre todo cuando hablamos de Madrid que sólo en las guías telefónicas (ya obsoletas aunque guarde por romanticismo las de 2020, últimas publicadas) y en el censo podrían aparecer unos
200 Julio Suárez.
Lo primero que hice fue mandar un mail pidiendo algún dato más sobre la persona descrita, profesión, color de ojos, cosas así pero nunca hubo respuesta, es más unas semanas después despareció el aviso del blog y entonces, empecé a asustarme.
Yo me había identificado, por lo menos por mi correo electrónico y mi acceso a la red. Quien fuera el publicador del aviso podría encontrarme si sabía lo suficiente de tecnología y hoy en día todos sabían.
Superé el miedo después de unas pocas semanas sobre todo cuando caí en que aunque me encontraran ¿que podría pasar? lo peor sería descubrir que no existía recompensa y que me habían tomado el pelo y eso a mis años realmente ya no me preocupaba lo más mínimo.
Lo que si me hubiera gustado y realmente me había ilusionado con la idea era haber conocido más de la vida de Julio, historias que contaran otros que también hubieran compartido alguna experiencia con él.
Y con ese objetivo me he propuesto contar lo que yo viví y mandarlo al blog con la esperanza de que alguna vez, en el futuro, tenga la posibilidad de conocer mejor a Julio a través de otras personas.
Con tanto preámbulo ni siquiera me he presentado, mi nombre es:
JULIO SUAREZ (☺ jajajajajajajajaja).
La verdad es que sería divertido pero solo es una broma.

Mi verdadero nombre es casi más chistoso que la ocurrencia anterior, me llamo (partida de nacimiento en mano a disposición de escépticos):
Jacinto Florentino Emmanuel de Tavira y Montes Jovellar (ahí queda eso).
Durante años fue un trauma intentar que toda la información anterior entrara en las casillas correspondientes de los formularios habituales para la documentación y funcionamiento de la vida diaria.
En consecuencia, me quedé en Jacinto Tavira para la administración y para los amigos “Tinto” en parte por el primer nombrecito y en parte por otras aficiones fácilmente deducibles. Eso si para mi venerable madre fui toda la vida (la suya, claro) Jacinto Florentino.
Fui un hombre increíblemente guapo y no lo digo por alardear, además no me gusta la falsa modestia, pueden certificarlo multitud de documentos gráficos y declaraciones de mujeres y hombres que por mi perdieron absolutamente el Norte (y en muchos casos hasta el Sur).
No me vanaglorio de semejante circunstancia pues no tuve el más mínimo mérito y me creó más problemas que ventajas a lo largo de mi vida sobre todo por el carácter tremendamente envidioso del ser humano.
También tengo que decir que fui y soy inmensamente rico, con los mismos méritos que para el apartado anterior, aunque esto sí que me resultó muy de agradecer para todo lo que llevaba de vida.
A pesar de lo anterior nunca me casé ni tuve hijos y ahora me veo a mis casi 75 años más aburrido que una seta, en una situación lujosa pero con poquitos alicientes, los amigos y conocidos son abuelos dedicados a los nietos, algunos viudos y muy tristes, todos ellos llenos de responsabilidades y fatal de salud (hasta en esto he tenido yo una buena herencia).

Lo anterior es únicamente para ubicar físicamente la historia que viví con Julio. (El día que me decida a escribir mis tristes memorias seréis también obsequiados con ellas).
Hace ya unos diez años que vivo en una maravillosa vivienda- residencia propia de privilegiados como, insisto, me considero. En Madrid, Calle de Recoletos, 5, pero retiradito del tráfico y bien aislado. Es un complejo de pisos, dúplex y áticos con zonas y servicios comunes para facilitar la vida de la llamada “tercera edad”.
Vamos, una residencia de ancianos con todo tipo de lujos, cuesta evidentemente un pastón pero ya adelanté mis características familiares que me han permitido llegar hasta aquí.
Dentro del entorno la relación con el resto de “internos” no era excesiva en parte por facilidades para la independencia y en parte por el exclusivismo pijo que reinaba en el ambiente.
Por allí apareció Julio un buen día en recepción, educadamente se fue presentando a los inquilinos a medida que requeríamos sus servicios ya fuera por alguna avería en las viviendas o necesidades de lo más diversas.
Mi encuentro con él fue frío, como con todos, y tremendamente formal. Había tenido la precaución de aprenderse nuestros nombres por lo que las presentaciones eran terriblemente “pijas”.
“Buenos días Don Jacinto Florentino, ante usted Julio Suárez para servirle en lo que necesite”.
Tras lo anterior, a mí me atacó la risa al parecerme una frase del siglo 19 (y vamos ya rematando el 21) y le contesté: -gracias chavalote pero con que me llames Tinto me bastará.-
No le gustó nada mi respuesta y al ver su cara fue cuando empezó a interesarme su vida y me propuse averiguar todo lo que pudiera de él, su expresión no fue en absoluto la que corresponde a un hortera acostumbrado a servir sino la de alguien muy culto y listo al que no le han permitido seguir su juego. Recogí mi periódico y unas cartas que habían llegado a mi nombre y subí a mi apartamento para establecer una estrategia.

Lo primero evidentemente fue acudir a la administración del centro y abusando de que era un generoso colaborador en las actividades y en las propinas preguntar por él. La respuesta no fue en absoluto concluyente y todavía me intrigó más.
Por lo visto se había presentado la semana pasada con unas referencias donde expresaba haber realizado tareas de Mayordomo, ayuda de cámara y hasta de Administrador en una finca de postín. Todo esto había sido hacía tiempo, luego había emigrado de España, y ahora había regresado para localizar a una hermana mayor de la que perdió la pista hace mucho tiempo. Al personal de administración les gustó su aspecto, sus maneras y sin ninguna comprobación adicional habían decidido contratarle ya que las experiencias anteriores no habían sido satisfactorias. El puesto estaba bien pagado y además incluía vivienda.
Con lo anterior, evidentemente no me quedé contento y decidí empezar mis propias averiguaciones.
Durante días me inventé averías en casa, favores o recados que Julio cumplía con eficacia y discreción pero sin abrirse a la conversación lo más mínimo.
Pasé a la siguiente fase: la vigilancia, estuve literalmente pegado a él creyendo que no se daba cuenta y observando qué hacía cuando ningún interno daba la vara. Manejaba con una soltura increíble un ordenador portátil que aun siendo yo un inculto en este campo me pareció de ultimísima generación. En varias ocasiones le oí hablar en alguna lengua para mi desconocida y en otras que sí era capaz de reconocer como Inglés o Alemán. Hablaba con su propio teléfono móvil y siempre en un tono bajo y misterioso.
Harto de no conseguir nada decidí confraternizar con mis vecinos por si ellos o ellas (suelen ser más efectivas) habían averiguado algo más que yo mismo. Mi sorpresa fue mayúscula pues casi todos ellos/as habían tenido la oportunidad de hablar con él e incluso conocían detalles de su vida y de sus intenciones en estos momentos.

Eso sí ninguno de ellos tenía la misma versión, Julio había inventado una historia para cada uno de ellos que, aparentemente, calmaba sus curiosidades y le dejaban tranquilo.
¿Por qué conmigo no había funcionado?, ¿por qué a mí no me había contado nada ni de verdad ni de mentira?. Cabreado con esta circunstancia y sin pensarlo bien le hice un flaco favor al dejarle al descubierto con los internos por sus mentiras.
La reacción no tardó en llegar, los inquilinos ofendidos le retiraron prácticamente el saludo y Julio cayó en desgracia, hubo quejas de él a la administración pero al ser un empleado tan tremendamente eficaz éstos pidieron paciencia y le mantuvieron en su puesto esperando que con la edad media del vecindario la memoria fuera flaqueando y volvieran a tomarle cariño, como así sucedió.
A continuación y abochornado por mi comportamiento decidí lo que se denomina normalmente “coger el toro por los cuernos”. Esperé a que llegara su tarde libre y fui hasta su vivienda, la recepción fue fría pero no tanto como me esperaba. Me hizo pasar dentro y me ofreció algo de beber, acepté y esperé a que volviera.
Directamente y mirándolo fijamente a los ojos le pedí disculpas por mi comportamiento y le conté la razón de mi interés en su vida que intuía no era aburrida y que a lo mejor me daba la oportunidad de ayudarle y para mi hacer algo útil.
Le comenté lo bien relacionado que estaba en el país y las influencias que podía llegar a conseguir, siempre pensando en la historia de la administración de que buscaba a una hermana deslocalizada hace tiempo.
Me miró seriamente y a continuación, esbozando una ligera y un poco irónica sonrisa, me dijo tuteándome: “¿de verdad Tinto quieres conocer mi historia y ayudarme?.”
Me contó que tenía 44 años, que había nacido el 1/1/2030, bonita fecha, tristemente cerca del teórico fin del mundo que nunca llegó, lo esperábamos algunos entre 2030 y 2033 pero está claro que no ocurrió nada pues ya estamos llegando al 2075.

Sin embargo él tenía otra teoría, su nacimiento no había sido todo lo normal que pudiera parecer, su madre y su padre eran ya bastante mayores (cincuentones) y tenía efectivamente una hermana bastante mayor que en este momento sería más o menos de mi edad.
No la buscaba y menos en esa residencia aunque solo fuera por el nivel económico que allí se respiraba que no era el de su familia originaria, no sabía qué había sido de ella ya que desde los 16 años deambulaba por el mundo y el espacio huyendo de ELLOS.
Aquí me quedé mudo, pálido y asustado.
Contó aquellas mentiras a los inquilinos porque durante toda su vida cada vez que los mentaba la gente se asustaba, intentaban ingresarle en algún psiquiátrico o como poco salían corriendo.
Le miré fijamente a los ojos y no noté en absoluto ningún signo de locura y suelo tener intuición para ello, lo había dicho con toda la tranquilidad del mundo y entonces añadió: he vuelto porque tengo la convicción de que por fin me voy a enfrentar a ELLOS, los voy a conocer y tiene que ser aquí y ahora.
-Durante años he creído que eran algo malo que me podría hacer daño a mí y a todos los que me rodeaban y por eso huía permanentemente.
-Hace unos dos años me retiré a un monasterio dedicado a la contemplación, yo creía que eran monjes católicos pero mi sorpresa fue que había de todo tipo de religiones y/o creencias. Conversando con aquellos sabios, para mí desde luego lo eran, me hicieron llegar a la conclusión de que toda vida tiene un sentido y que tendría que buscar el de la mía con todas las particularidades que tiene y ha tenido.
-Descansé y oré con ellos durante un tiempo y a continuación, mucho más tranquilo y feliz que cuando había llegado les pedí alguna pista de cómo podría resolver el enigma.
Lo único que conseguí fue lo siguiente:

“Dentro de unos días llegará el 1/1/2075 cumplirás 45 años y debes volver a tu lugar de nacimiento para entenderlo todo.”
Pedí una segunda bebida, esta con alcohol, y me atreví a preguntar:
-¿En qué te puedo ayudar?.
“Necesito saber dónde nací para volver allí.”
-Pero eso es muy sencillo Julio, desde hace años está informatizada y centralizada toda la información personal mundial, eres un experto en esas tecnologías y no creo que no conozcas ya todo lo que necesitas, ahora sí que me estás tomando el pelo.
-No por Dios, no te tomo el pelo, aunque parezca mentira no existo a los efectos de todas esas bases de datos, llevo tiempo buscando sin ningún éxito. La documentación que tengo es falsa así como ha sido falsa la que he utilizado toda mi vida, gracias a Dios soy listo y he ido aprendiendo a sobrevivir en cualquier circunstancia.
-He buscado a Julio Suárez en todos los sitios posibles, he intentado recordar algo de mi infancia para ubicar alguna localidad, calle, tienda, escuela, nada de nada. De mi memoria se ha borrado absolutamente todo de aquello que me permitiría ahora conocer mi realidad.
-Ya lo tengo!!!!!, la hipnosis, una regresión bien hecha te permitirá recordar algo y a partir de ahí seguir buscando. ¿Te parece que organice una sesión?.
-Umm, pues puede ser una buena idea, ¿tú tienes contacto con alguien capaz y de confianza?.
-Ya te dije que precisamente contactos e influencias me sobraban.
En este momento no separamos y volví a mi casa a pensar en cómo llevarlo a cabo y con quién.

-Hasta mañana Julio.
-Hasta mañana Tinto.
Llegué a casa hasta sofocado, estaba tan contento de poder hacer algo distinto y además útil que no sabía ni por dónde empezar.
Había sido un poco lanzado asegurando que conocía el mundo de la hipnosis como nadie pero seguro que tirando de amigos y de Internet encontraría la solución.
Buscando en Internet encontré un nombre que me recordaba a experiencias del pasado relacionadas con lo que buscaba, yo estuve realizando una terapia con un Psiquiatra conocido de la familia hace ya bastante tiempo, supongo que la terapia buscaba el origen de mi aburrimiento enfermizo fruto del exceso de cosas y bienes que tenía a mi alrededor.
Aquel se llamaba Alberto Pardeiro y en su despacho (rarísimo) aparecían títulos de Psiquiatría, Psicoanálisis, Especializado en Hipnosis. Vaya un buen CV.
Había encontrado la dirección y referencia de una clínica regentada por un tal Alfredo Pardeiro Zorzal que tenía una gran pinta de hijo del original y que sumaba a los títulos anteriores el de Astrólogo.
Lo anterior sumado al apellido gallego (la intuición es importante y haberlas haylas) me dijo que era la mejor elección.
Busqué la dirección y teléfono y me puse en contacto con él. Le expliqué como pude el caso, gracias a Dios los psiquiatras no se sorprenden de casi nada de lo que les cuentas, si lo intentas en una comisaría acabas como poco en los calabozos.
Me pareció maravilloso que pudiera venir a mi casa tan pronto para realizar la regresión o mejor dicho a casa de Julio, decía que era importante que hubiera utensilios o bienes de la persona objeto del tratamiento.
Me pidió si sabía algún dato del nacimiento y ya le comenté que él únicamente recordaba el día 1/1/2030 y Madrid (es lo que decía le

habían contado siempre). Luego pensé que este dato le podría venir bien para levantar la carta astral e ir adelantando.
Fijamos la cita para el siguiente Sábado, día libre de Julio, a las 18 horas. Le comenté la urgencia pues quedaba poco tiempo para la llegada del 1/1/2075.
A la mañana siguiente le comenté a Julio la cita y quedó muy contento y agradecido pensando que a lo mejor estaba cerca de sus respuestas.
Supongo que también se dedicó a buscar información del médico durante la semana y aunque no era persona de mucho hablar si tuvimos la ocasión de charlar en algunas ocasiones, incluso un día le invité a cenar a mi casa (aparte de modesto también soy un gran cocinero) y pasamos una velada estupenda contándonos batallitas. A pesar de la diferencia de edad a mi favor las suyas eran mucho más interesantes y tenía muchas más que contar que yo.
Por fin llegó el gran día, tengo que reconocer que estaba muy, muy nervioso parece mentira que con 75 años se pueda ser tan estúpido.
Vi a Julio un ratillo por la mañana y me pareció que estaba más o menos como yo aunque al muy jodido se le notaba menos.
A las 11:30 recibí una llamada del médico elegido, Alfredo, para advertirme que el paciente (Julio) no debía comer nada desde 6 horas antes de la sesión. Decía que a veces la experiencia de la regresión alteraba claramente el sistema neurovegetativo y era mejor evitar situaciones desagradables.
Dada la hora avisé a Julio que si quería comer algo fuese antes de las
12 para estar preparado para las seis de la tarde. Así que quedamos en que yo recogería al Doctor y me dirigiría a su vivienda.
A las seis en punto apareció en recepción Alfredo Pardeiro Zorzal, tenía un aspecto estupendo de unos 50 años, buen aura y una gran curiosidad por conocer a Julio y realizar el procedimiento.
Julio nos recibió nervioso pero con gran dominio de la situación, el doctor nos fue dando instrucciones sobre la luz, temperatura etc. Yo

me iba a retirar discretamente pero Julio me dijo que por él no era necesario y que incluso le daba confianza y al doctor también le pareció bien que me quedara con ellos.
No voy a describir el proceso de una regresión, existen múltiples webs que se dedican a ello e incluso cursos para iniciados y no iniciados (a mi eso me pareció un disparate pero allá ellos).
La sesión duró unas dos horas en las que Julio pasaba de estados de gran nerviosismo a estados de gran felicidad e incluso alguna lagrimita llegó a soltar supongo que recordando detalles de la niñez de esos que a todos nos provocan el llanto.
De manera súbita todo cambió, Julio despertó muy alterado encendió todas las luces y totalmente pálido le increpó al doctor:
Tú, vosotros !!
-Ya sabes cuando y donde naciste, ¿no era eso lo que buscabas?- dijo el doctor.
-Naciste, efectivamente, el 1/1/2030 a las 20 horas en Madrid, en un palacete antiguo, ahora reconstruido en la Calle de Recoletos número
5. Hace ahora exactamente 45 años.
-Era la sede de una sociedad secreta que estudiaba y esperaba la llegada del fin del mundo profetizado por Juan XXIII para el año
2033.
-Tus padres y hermana trabajaban allí y, sin saberlo, con tu nacimiento alteraron todos sus planes y el futuro cambió.
-Por eso te perseguimos …..
La cara de Julio lo decía todo. Él si había entendido lo que pasaba.

Salió corriendo atravesando los cristales de la terraza mientras el doctor se quedaba tranquilamente sonriendo mientras susurraba: -ya te tenemos más cerca.-
Evidentemente no volví a saber nada más de Julio y al doctor le despedí con cajas destempladas una vez que no quiso darme la más mínima explicación de lo que había pasado. De la web desapareció toda referencia a su persona por lo que ni siquiera pude volver a contactar con él.
Julio pasó a la historia, en su vivienda no había el más mínimo rastro de su persona ni de su vida y en la residencia contrataron un nuevo recepcionista.
Esta es mi historia con Julio y aunque creo que le hice una gran faena quiero pensar que le ayudé a entenderse y desde luego como dije al inicio para mí fue un Angel que me salvó de la monotonía en la que vivía.