Sobre Vila y Chamorro

Una vez me preguntó un amigo cómo había descubierto a Pérez Reverte cuando todavía no lo conocía nadie, y mi respuesta fue: me compré sus primeras novelas por el título.

Porque los títulos son importantes. Pueden ser intrigantes, como El maestro de esgrima; o sugerentes, como La tabla de Flandes; nostálgicos, como El invierno en Lisboa;  románticos, como La rosa de Alejandría; o poéticos, como La flaqueza del bolchevique.

Pero  ningún autor ha sabido engarzar tantos y tan mágicos títulos como los que Lorenzo Silva dedica a su saga del sargento Vila y la cabo Chamorro: El alquimista impaciente, La niebla y la doncella, El lejano país de los estanques, La reina sin espejo, La estrategia del agua… Son sólo algunos de los títulos, pero suficientes para intuir que Lorenzo Silva y la Guardia Civil tienen una relación de amor que se mantiene firme desde hace años.

Y eso a pesar de que el sargento Bevilacqua, Vila, es un detective al modo y manera de Raymond Chandler, un personaje cortado por el patrón de los espías de John Le Carré: psicoanalista, argentino y descreído, no vive en un mundo en blanco y negro, y ya sólo se guía por su ética personal; empatiza con los delincuentes según aquella máxima de “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”; mira más allá de las apariencias, y se guía por la convicción de que, a menudo, patria, deber, justicia, son simples clichés, a veces peligrosos, siempre manipulables.

En contraste, la cabo Chamorro es la modernidad del Cuerpo de la Guardia Civil, con lo que la pareja compone una dualidad interesante: la filosofía del desencanto —o quizás es sólo relativismo— encarnada en el sargento Vila, con un poso de modos antiguos de hacer las cosas, combinados con una eficacia, encarnada en Chamorro, basada en la profesionalidad de los guardias civiles y unos medios modernos puestos al servicio de la ley.

Presentados los personajes, el sargento Vila parece más interesante que la cabo Chamorro, pero hay otros ángulos: las mujeres vienen para quedarse; las mujeres son las jóvenes del tándem; y las mujeres, ­¡ay!, empiezan a pagar el precio que, de momento, se les exige. Ya lo cantó Silvio Rodríguez: Mi unicornio azul se me ha perdido ayer… Sustituye “unicornio azul” por “vida privada”, y sabrás de qué hablo.

Claro que esto ocurre en el universo de Lorenzo Silva. Y hay más colores en esta paleta.

Acerca de Isabel

lectora de novelas, preferiblemente con argumento, aunque después de muchos años me empiezan a gustar simplemente las bien escritas. Mayorcita, me ceden el asiento en el metro cuando no me tiño el pelo, y mi hija dice que soy friki. Yo me siento joven, lo que debe de ser típico de mi edad. Y como esto no es una novela, adiós, que me enrollo.
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3 respuestas a Sobre Vila y Chamorro

  1. Isabel dijo:

    Es que me he atascado un poco con Sangre, sudor y paz, y tengo Lejos del corazón todavía en cartera. El de Sangre, sudor y paz es muy interesante, pero hay que leerlo despacio. Algún año de estos lo terminaré, y puede que hasta haga una reseña. Deseadme constancia…

  2. verwalter dijo:

    Muy acertada glosa, pero has degradado a nuestros héroes. En la última novela de la saga (Lejos del corazón), Vila ya es subteniente, y Chamorro sargento primero.

  3. Isabel dijo:

    Se me había olvidado poner una nota, por si alguien se despista con algún título:
    El maestro de esgrima y La tabla de Flandes son de Pérez Reverte
    El invierno en Lisboa es de Muñoz Molina
    La rosa de Alejandría es de Vázquez Montalbán
    La flaqueza del bolchevique es de Lorenzo Silva

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