Tercera entrega de la segunda trilogía del autor pucelano. El libro intenta afianzar los enlaces entre el mundo del comisario Sancho, la peculiar Erika Lopategui y el redimido Ólafur Olafsson con las maquinaciones de la Congregación de los Hombres Puros, la secta de corte masónico que apareció en Khimera y en las otras novelas de este ciclo. En cooperación con la Interpol, los tres protagonistas siguen la pista de los miembros de la Asamblea de la secta en distintos países. En Buenos Aires entran en contacto con Alcides Bujalevski, un especialista en la obra de Dante que les introduce a lo largo de interminables páginas en el simbolismo de la Divina Comedia, en las distintas ramas masónicas a partir del siglo XIII, en las luchas internas y en otras intrigas.
La lectura se hace pesada por las continuas explicaciones e interpretaciones particulares de la Divina Comedia, el lento avance de una trama con poco contenido y la interpolación de letras de canciones que, en este caso, no enganchan tanto como en otras obras de Gellida. Un aspecto especialmente tórrido es el peregrinar de Alcides y Telmo al ritmo de la Divina Comedia por el edificio Barolo y el subsuelo de Buenos Aires. A partir del segundo verso, el lector desconecta por desconocimiento, sea de Dante, sea del paisaje urbano de la capital de Argentina.
La masonería en todas sus ramas, al igual que el Temple y, en general, las asociaciones secretas con fines de poder o de riqueza son un tema muy socorrido. Por otro lado, la Divina Comedia ha inspirado asimismo a escritores y pintores de todas las épocas, incluyendo a Dan Brown. La combinación con el universo más terreno de un comisario vallisoletano y una psiquiatra con trastorno bipolar resulta a veces un poco chocante.
No faltan capítulos y personajes interesantes, si bien bastante inverosímiles, como la historia de Adla, el «arcángel» Gabriel de la Congregación, o la visita al glaciar Perito Moreno y la lucha por la supervivencia en una cueva del glaciar. Ya ha salido la que, al parecer, será la última entrega de estos personajes, con el nombre Konets (el fin).
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