Libro clásico entre los lectores de este autor. Al igual que «El pintor de batallas», recoge la experiencia personal de Pérez-Reverte en diversas guerras. Se diferencia en cambio en el enfoque. En lugar de una narración ficticia completa, aquí se aprovecha un lance determinado como trama para ir trazando pinceladas que nos permiten hacernos una idea de la situación extrema en que trabajan los reporteros de primera línea y la reacción de cada uno de ellos a la guerra en primer plano.
Aunque el valor literario es relativo, pienso que debe aceptarse como testimonio. La elección de un estilo descarnado, aparentemente cínico, y la breve duración, son opciones legítimas del autor, que ya conocemos de otras obras.
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Páginas
- Cien personajes en una vida
- Cena vegetariana, por Ana Canals
- El adolescente, por Leonor Canals
- El profesor de ajedrez, por Javier Valle
- Era un Ángel, por María Dolores Canals
- Farala, por Isabel Botas
- FNAC, por Miguel Sevener
- Fruta prohibida, por Ana Mateos
- Interface Sex, por Salvador Canals
- Julio en Alemania, por Javier Canals
- La Prisión, por Marta Canals
- La Red, por Faustino Nebrera
- Mundo helado, por Carlos Nebrera
- Música y Suárez, por Patricia Sevener
- Policía gorila, por Inés Mateos
- Prólogo
- Tío Benni, por José Valle
- Travesía a la Luna, por Soledad Canals
- Información y contacto
- Cien personajes en una vida
A mí me encantó Territorio Comanche, por su brevedad y por su estilo directo. Pero sobre todo me gustó el ejercicio de sinceridad del autor cuando muestra una insensibilidad que viene provocada por la sobreexposición a la violencia y al desastre; creo que esto es cierto, que los que ven las guerras tan de cerca se insensibilizan, al menos mientras están allí, y que Reverte lo refleja muy bien. Pero también creo que deja traslucir que esta reacción es de todo el mundo, ni buenos ni malos, simplemente de los que tienen que vivir estas situaciones; y libros como éste me hacen pensar que hay que criticar las guerras, pero mejor no criticar a la gente en ningún bando que estén.
Hubo una foto de hace muchos años que los que la hayan visto la recordarán, porque es inolvidable: una niña pequeña en un desierto africano perseguida por un buitre, que estaba esperando que muriera. La niña ya estaba en cuclillas, sin fuerza para seguir andando, y con la cabeza baja. El periodista sacó la foto y dejó allí a la niña, ganó el Pulitzer con la dichosa foto (creo recordar), y poco tiempo después se suicidó, al darse cuenta de la crueldad que había cometido y que no supo ver. Sus amigos le defendieron diciendo que había visto ya tantas cosas en Africa que estaba mentalmente muy tocado, y que aquella foto le acabó de machacar. Así que parece que las situaciones horribles hace horrible a gente que no lo es. Como cuenta Reverte.