El cuento es un género que no suele cultivar Pérez-Reverte. El Húsar y Ojos azules son otros ejemplos tan logrados como éste. Un camionero, con un pasado breve todavía pero ya suficientemente turbio, recala en un burdel, donde es cliente habitual, y se ve involucrado en un asunto de honor y de decencia que decide resolver «con dos cojones», por citar las últimas palabras del relato. Hace falta mucho arte para plasmar una narración coherente como ésta en 32 páginas sin dejar a los personajes mancos o cojos. Este autor lo consigue, dejando al lector con un regusto de imágenes y palabras.
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- Cena vegetariana, por Ana Canals
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- El profesor de ajedrez, por Javier Valle
- Era un Ángel, por María Dolores Canals
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- La Red, por Faustino Nebrera
- Mundo helado, por Carlos Nebrera
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- Policía gorila, por Inés Mateos
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- Tío Benni, por José Valle
- Travesía a la Luna, por Soledad Canals
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Sobre este cuento, que me parece precioso, un apunte curioso: es una historia real, la chica vivía en Lavapiés cuando yo vivía en Lavapiés, y no sé quién le contó la historia a Reverte. Yo, no, desde luego