La flaqueza del bolchevique, Lorenzo Silva

Novela corta de Lorenzo Silva, escrita en 1998 y reeditada hace poco sin perder nada de su actualidad. Jaime, el protagonista y narrador, comienza la novela describiendo  con sarcasmo el comienzo de la semana, hasta que se empotra en la zaga de un descapotable conducido por Sonsoles, una treintañera insolente. En su camino al trabajo, después de las formalidades habituales bajo el bombardeo de insultos de Sonsoles, Jaime urde un plan para vengarse. Una de las veces que sigue a Sonsoles para buscar sus puntos débiles ve cómo recoge a Rosana, de quince años del colegio.

Entre las agrias descripciones de su visión del mundo, sobre todo del laboral, Jaime narra cómo logra conocer a Sonsoles y a ganarse en parte su confianza. El final trágico de la novela es inesperado, pero no por ell0 menos creíble. El supuesto bolchevique Jaime logra entender qué sintió el antiguo bolchevique, el auténtico, encargado de matar a la Gran Duquesa Olga, hija del Zar Nicolás, en su casa-prisión de Ekaterinenburg.

Como casi todas las obras de Silva, la trama va acompañada por disgresiones de los protagonistas que, en definitiva, pintan una visión poco positiva de la sociedad española.

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2 respuestas a La flaqueza del bolchevique, Lorenzo Silva

  1. Javier dijo:

    Comparto lo que dices. Y me alegro de ver que alguien lee mis reseñas…

  2. Isabel dijo:

    Parece una obra menor, pero, para mi gusto, es una de las mejores de Lorenzo Silva; la mejor hasta «La estrategia del agua». Refleja perrfectamente el desencanto de los que hicieron la transición, que, después de hacerla, tuvieron que ponerse la careta de cínicos para poder convivir con lo poco -o nada- que habían logrado, no en política, que eso sí, sino en la transformación del mundo y de la sociedad. Lo único cínico de verdad en mucha de esta gente que he conocido el es pensamiento soterrado de: «estos imbéciles pensaban que no ganábamos dinero porque no podíamos o no sabíamos, y en realidad no lo ganábamos porque no nos interesaba; pero si hay que hacerlo, ahora que hemos perdido todo lo demás -las ilusiones, la esperanza-, pues se gana» (más o menos).

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