La reina descalza, Ildefonso Falcones

La tercera entrega de la factoría de libros históricos Falcones no logra convencer. Al igual que la segunda, Falcones centra su narración en una minoría étnica. Esta vez son los gitanos, esa raza, o más bien esas razas, de origen poco claro que nomadean por toda Europa sin ser bien recibidos en ningún país. La ambientación es a mediados del siglo XVIII, cuando Fernando VI, instigado por el Marqués de la Ensenada, decide terminar con los gitanos en su reino.

Los protagonistas de la novela son Melchor, un gitano ya anciano que sobrevivió a la pena de galeras y se dedica al contrabando de trabajo, Milagros, su nieta, una gitanilla con grandes dotes para el cante y el baile, y Caridad, una esclava negra liberada por defunción de su amo en la travesía que traía a ambos de Cuba a España. La familia de Melchor acoge a Caridad en un barrio de Triana poco antes de que se desate la persecución de los gitanos. A partir de ahí se van acumulando acontecimientos, luchas, juicios según la ley gitana y sentimientos trágicos o épicos en torno a la raza gitana y sus propias leyes.

La imagen de la sociedad española de la época es espantosa: hipocresía, miseria, injusticia y todos los vicios imaginables están a la orden del día en los estamentos sociales, incluyendo la Iglesia y la Realeza, y por supuesto en el pueblo llano. El ansia de libertad y la lucha por la propia identidad de la raza gitana aparece como el único «valor» positivo, aunque los gitanos mismos tampoco quedan muy bien parados. Es posible que la sociedad de la fase final del Imperio fuese decadente, pero a mi gusto se cargan mucho las tintas. En definitiva, un producto de marketing que se puede leer, pero que se puede dejar de leer en favor de libros mejores.

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