After Dark, Haruki Murakami

Otro hito imprescindible para los amigos del peculiar estilo de este autor japonés. Los elementos básicos de su literatura se concentran esta vez en una sola noche: personajes solitarios y en parte resignados con su destino, caracterizados con gran profusión de detalles, cierta acción, narrada sin espectacularidad, como si fuera algo natural, elementos misteriosos que no llegan a aclararse al final del libro y reflexiones de los protagonistas, todo ello mezclado en un ritmo lento y de fácil lectura.

Mari Asai espera de noche en un restaurante rápido para coger el primer tren del día siguiente. Ahí se encuentra con Takashashi, un joven músico que conoce a Eri, la hermana de Mari, que se dirige a un sótano cercano para ensayar con su grupo de jazz. El tercer personaje es la encargada de un hotel por horas, que requiere la ayuda de Mari como intérprete para comunicarse con una prostituta china, que ha sido maltratada por un cliente.

Al acabar el libro, uno se plantea qué lo hace tan atractivo. No es la calidad del lenguaje, difícil de juzgar en una traducción, ni la proyección de los personajes, ni grandes ideas o valores encarnados por personas o acciones. Puede que sea el tempo reposado, sin sobresaltos pero sin fases áridas o aburridas, que permite penetrar en la idiosincrasia particular de cada personaje, creíble a pesar de los momentos mágicos que nunca faltan en las novelas de Murakami.

Las acciones y opiniones de los protagonistas, desde las preferencias culinarias hasta los planes de futuro, las emociones e incluso el sexo, se relatan con una cierta indolencia, como una pincelada más en el armonioso cuadro que compone el novelista.

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