Nariné Abgarián, Y del cielo cayeron tres manzanas


Maran, una pequeña aldea armenia en las montañas del Cáucaso, es el escenario de la vida de una comunidad unida, acostumbrada a sufrir adversidades como guerras, genocidios, terremotos, riadas y hambrunas, que diezman periódicamente una población acostumbrada y rendida a su destino. Separada del valle, en donde una ciudad progresa al ritmo de los tiempos, por una carretera casi intransitable en invierno, el pueblo no evoluciona y conserva sus tradiciones milenarias. Nada se desecha, las estaciones marcan el ritmo del trabajo, de la alimentación y de las celebraciones, y los habitantes se apoyan mutuamente, celebrando las fiestas y penando juntos a los que les dejan. Una religiosidad impregnada de ligera superstición es común a todos los hombres y mujeres de una comunidad condenada a envejecer y, algún día no muy remoto, a desaparecer.
Anatolia Sevoiants, una viuda sin hijos, sufre hemorragias y presume que ha llegado la hora, por lo que se tiende cada noche en una mortaja que ella misma ha preparado. Pero no muere y, al compás de su recuperación, se van narrando hechos y recuerdos de la vida de la aldea. La principal protagonista contribuye a un toque inesperado de esperanza.
La autora, nacida en 1971 en Berd, Armenia, recibió por esta obra el más prestigioso premio literario en Rusia. Agradable lectura, que nos introduce en la vida sencilla de un pueblo milenario.

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