Todo va a mejorar, Almudena Grandes


Obra póstuma de Almudena Grandes, con un capítulo final redactado por Luis García Montero después del fallecimiento de la autora y siguiendo sus instrucciones. A la hora de valorar esta novela es preciso tener en cuenta las circunstancias en que se escribió. Esto vale tanto para la decisión de escribirla, en reacción al discutible confinamiento decretado por el gobierno, como para las circunstancias en que la redactó, alternando el trabajo con las sesiones de quimioterapia en una lucha, perdida de antemano, contra el cáncer.
La trama de la novela: en una España futura, después de la Segunda Pandemia, un empresario de éxito decide hacerse con el poder en el país para dirigirlo como una empresa. El objetivo: que la gente viva económicamente bien, pero sin libertades. Sus aliados son otros empresarios, sus ayudantes una especie de policía privada, los Vigilantes, reclutada entre los porteros de discoteca. La ausencia de libertades se concreta en el Gran Apagón, en la desconexión de internet, en restricciones temporales o duraderas a la libertad de movimiento y de expresión, en un control exhaustivo de la seguridad ciudadana, cámaras, «jefes de finca», terapia obligatoria etc. Un pequeño grupo de privilegiados vive en un recinto cerrado en el que no existen todas esas restricciones… Hasta ahí tenemos un esbozo distópico con citas de otras distopías, como 1984 o Fahrenheit 451. Al cabo de unos años se va formando una resistencia espontánea, organizada por personas «de la calle», que se dan cuenta de que todo eso es mentira.
Tengo que reconocer que la obra merece respeto por las condiciones en que fue redactada y por su concepción. Por otro lado, la extensión de la novela es excesiva, la acumulación de personas hace que sea difícil de seguir y, en definitiva, le falta el toque final que la autora no pudo darle y que sí tienen otras novelas largas de Almudena.
El planteamiento de la novela encierra – no sé si conscientemente o no – una gran carga explosiva: es posible escenificar una pandemia, un apagón, o lo que sea, para controlar a los ciudadanos, y la gran mayoría se acomoda a la situación, sea por miedo, sea por no reflexionar, sea por comodidad. Es curioso que esa idea provenga de Almudena Grandes, una escritora a la que no se puede calificar de «facha».

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