El baile de las locas, Victoria Mas


Salpêtrière, un hospital psiquiátrico a final del Siglo XIX. El ala destinada a las mujeres. Bajo el dudoso diagnóstico de histéricas, melancólicas, dementes, epilécticas etc. se confina aquí a enfermas junto a prostitutas, delincuentes y otras «proscritas» de una sociedad sin piedad. El famoso doctor Charcot realiza experimentos de todo tipo con las «locas», que viven en condiciones humanas pero degradantes y sin ninguna esperanza. Entre ellas se encuentran Louise, una adolescente de la que abusaba su tío, y la Tejedora, antigua prostituta, que teje jerseys y bufandas para las enfermas. Una vez al año, sin que se explique del todo el motivo, se celebra el baile de media cuaresma, al que se invita a «burgueses», que acuden gustosos como se acudiría a un nuevo jardín zoológico. Eugenie, una joven de una familia respetable de notarios de París, tiene desde niña una sensibilidad especial: puede ver el espíritu de difuntos, que acuden a ella y le dan mensajes para sus allegados. Cuando le revela este don a su abuela, esta lo comenta con el padre de Eugenie, que no duda en deshacerse de ella, internándola en el psiquiátrico.
Victoria Mas desarrolla a partir de estas coordenadas una novela muy bien escrita, en la que combina la denuncia del trato de las enfermas mentales en un hospital al que designa «vertedero de mujeres», con una crítica del machismo opresor. Por muy justificado que esté este segundo aspecto, resulta a veces algo exagerado en la escritura. No hay que olvidar que los frenopáticos para hombres no eran mejores en aquellos años, si bien es cierto que las mujeres estaban más desprotegidas.
En cualquier caso, la novela me ha parecido muy buena. Se hace un poco corta. Un aspecto curioso es la cuestión de la fe en el mundo espiritual, que conduce a un cambio profundo en una de las enfermeras, Geneviève, la Veterana. Después de muchos años negando la existencia de Dios y calificando a la religión de fraude, admite la existencia y pervivencia de los espíritus basándose en su constantación empírica. Una interesante paradoja.

Esta entrada ha sido publicada en Novela y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta