Aunque la historia transcurre en el año 2109 y la autora intenta crear un entorno tecnológico y social realista, no es una novela de ciencia-ficción en el sentido clásico de la palabra, sino más bien un relato acerca del hombre, sus sentimientos, su memoria, sus miedos y tentaciones eternos y el uso de las posibilidades de la técnica.
Ambientada en un Madrid de dentro de un siglo, en una sociedad humana que ha superado varias guerras y crisis climáticas y de materias primas, pero que sigue sin aprender. En la tierra conviven humanos con replicantes o tecnohumanos (reps) y «bichos», extraterrestres más o menos inofensivos. Bruna Huskey, una «rep» de combate que trabaja como detective, recibe de un partido radidal de «reps» el encargo de investigar extraños casos de enloquecimiento y muerte de personas de esta especie.
El entorno social de la novela se va explicando mediante los archivos editados por un archivero, amigo de Bruna. La propietaria de un bar, una mujer-anuncio, un «memorista», que escribe el pasado ficticio de los replicantes y un policía judicial de corte clásico son otros personajes que se ven implicados en una trama de ritmo acelerado.
La novela va esbozando con pocas pinceladas los problemas de una sociedad futura que, en el fondo, siguen siendo los mismos que tenemos ahora: aislamiento, búsqueda de amistad y de referencias seguras, intereses grupos de presión, desarrollos tecnológicos que se van de las manos y llegan a ser un problema, etc.
Sin duda, una novela que vale la pena leer.
Rosa Montero va aprendiendo, sobre todo cuando escribe ciencia-ficción. Sus primeras novelas de no-ciencia ficción adolecían de un exceso de explicaciones, que no dejaba margen a la imaginación (como periodista que es), luego ha ido aprendiendo y es mucho más imaginativa y amena. Sus últimas novelas no las he leído, pero la de Temblor, que debe de ser la primera de ciencia-ficción que escribió (creo que Temblor es suya, si no lo es, me confundo de título), estaba bastante conseguida, tanto la idea como la trama.