La chica nueva, Daniel Silva


Las series de novelas con un personaje principal —detective, espía, guardia civil etc.— corren el riesgo de desgastarse con el tiempo y comenzar a moderse la cola, como las pescadillas. Para evitarlo, cada autor tiene sus propios recursos. Fred Vargas va añadiendo elementos culturales o sociales, Lorenzo Silva ambienta a su pareja de picoletos en una situación política y social cambiante, y los hace envejecer, y Daniel Silva sitúa a su espía en jefe Gabriel Allon ante nuevos desafíos, de los que intenta salir ileso a pesar de no dejar una sola oportunidad de salvar al mundo y, más en concreto, al Estado de Israel.
La chica nueva reúne a Allon y a su mentor y antecesor al jefe del servicio antiterrorista israelí —denominado sencillamente, La Oficina— con un nuevo y peligroso aliado, nada menos que un ficticio heredero al trono de Arabia Saudí de nombre Jalid. Su hija, que acude bajo nombre falso a un colegio de élite en Ginebra, es secuestrada por profesionales desconocidos que, a diferencia de otros, no quieren dinero, sino la abdicación del futuro monarca.
En esa desesperada situación, sin la posibilidad de recurrir a los aliados naturales, Jalid se dirige nada menos que al archienemigo de la casa real, al jefe de espías de Israel, con la esperanza que sea capaz de ayudarle. La trama, dura y ágil como de costumbre, va salpicada de incursiones en la política mundial, con citas que no dejan lugar a falsas interpretaciones, y que muestran cómo los protagonistas del gran escenario global también sufren personalmente a consecuencia de las decisiones tomadas.
Como de costumbre, otra excelente novela de este autor.

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