Línea de fuego, Arturo Pérez-Reverte


Después de Cabo Trafalgar, Un día de cólera y El asedio, entre otros, Pérez-Reverte se atreve al fin a escribir una novela ambientada en la Guerra Civil. Más en concreto, en la batalla del Ebro, decisiva para el fin de la contienda y para la derrota de las tropas republicanas.
Reverte no sería Reverte si no hubiera enviado un par de recados a sus críticos, antes de que estos se los envíen a él. En varias entrevistas ha dejado ver que le agradan las críticas de la extrema derecha y la extrema izquierda. Es posible que lleguen, pero la novela merece en primer lugar atención y lectura. La batalla del Ebro está muy documentada. Es decir, se conoce bastante bien el número de combatientes en cada lugar, las bajas, las maniobras, etc. Si en Cabo Trafalgar el autor se inventó todo un barco, junto con su tripulación aquí se inventa la ofensiva de una brigada republicana cruzando el Ebro con casi 4.000 hombres y mujeres, de los que solo un tercio volvió en condiciones a la orilla oriental después del «repliegue». Los que constituyeron la cabeza de puente eran comunistas y brigadistas. Al otro lado combatían soldados de leva, legionarios, requetés, regulares y tiradores de Ifni, que llegaron sucesivamente y lograron rechazar la ofensiva al cabo de 10 días. Pero, como ya se ha dicho, estas acciones son inventadas, y sirven a Pérez-Reverte para esbozar caracteres, pergeñar combates, describir diálogos y destacar la sinrazón de una guerra en la que todos perdieron y nadie ganó. En los dos bandos aparecen héroes y villanos, valientes y cobardes, sádicos y caballeros. El único género que solo merece palos del autor son los comisarios políticos republicanos, en especial Ricardo el Ruso, al que al final casi parece que le van a pegar dos tiros por gracia de Reverte, pero no es así.
La novela contiene violencia, como no podía ser de otro modo, pero Reverte no se ensaña nunca en ella. El entorno de la novela habla de muerte, de hambre y de sed, de cansancio, de resignación y de desesperanza, pero también de lealtad, de comportamiento leal frente a los propios ideales y frente a los camaradas, de reconocimiento del adversario sabiendo, en este caso muy especialmente, que muchos de los involucrados no eligieron el bando y la bandera, sino que este y esta les eligieron a ellos.
El lenguaje cuartelero puede resultar algo desagradable, si bien Reverte lo incluye en aras de una mayor autenticidad. En definitiva, una excelente novela, digan lo que digan las críticas.

Esta entrada ha sido publicada en Novela y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta