La tarde de un escritor, Peter Handke


Cuando Peter Handke recibió el premio Nobel, que aceptó a diferencia de lo que había hecho anteriormente con otros prestigiosos premios, se levantó una ola de indignación relacionada con determinadas opiniones políticas de Handke en relación con las guerras que pusieron fin a la antigua Yugoeslavia. Como si fuera tan sencillo decidir quiénes son los Buenos y los Malos en cualquier contienda. Handke siguió a lo suyo, como ha hecho toda su vida. Y siguió escribiendo, porque no sabe o no quiere hacer otra cosa.
No es fácil meterse en el mundo literario de Handke. Sus libros no tienen casi trama. Al contrario, encierran innumerables ideas, apreciaciones, observaciones de la realidad y del lenguaje, y un ritmo sosegado, que hay que asumir para poder leer sus ensayos y relatos.
La tarde de un escritor es una reflexión permanente sobre lo que hace un escritor —uno en particular, pero con pretensiones de universalidad— en una tarde de invierno, después de haber llenado de tinta una nueva página de su libro. Encontramos muchos elementos utilizados generalmente en estas descripciones: capacidad obsesiva de observación, introspección casi narcisista, moverse sobre el agudo filo que separa la autoestima del autoodio, evitar y explorar a sus lectores, sin llegar realmente a conocerlos, y la búsqueda de un estado de paz consigo mismo y con el mundo que, como todos sabemos, no es tan fácil de alcanzar.
Si alquien se decide a leer uno de sus libros, le recomiendo que se prepare antes de hacerlo. Que vaya frase por frase, sin caer en la tentación de dirigir los ojos hacia el siguiente párrafo para ver si ahí «pasa algo». Si lo hace así, y consigue desvincularse del ritmo frenético que nos acecha en todo momento, estoy seguro de que disfrutará.

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