El hombre solo, Bernardo Atxaga


Esta intensa novela de Bernardo Atxaga afronta un tema de gran relevancia, no solo en el País Vasco, sino en muchos otros lugares del mundo en los que ha existido una guerra civil encubierta, o una lucha armada de un grupo contra el poder establecido. Un hotel cerca de Montserrat, regido por varios antiguos activistas que han dejado hace tiempo la lucha armada, en parte por estar en desacuerdo con la ruta seguida por sus dirigentes, alberga a la selección polaca durante el Mundial de Fútbol de 1982. Pero los futbolistas y la misteriosa intérprete Danuta no son los únicos huéspedes. Sin consultar a sus socios, Carlos ha accedido a una petición de la «organización» para esconder a dos terroristas, Jon y Jone, perseguidos por la policía a raíz de varios atentados. La policía presente en el hotel, oficialmente para proteger a los jugadores polacos, parece saber algo acerca del pasado de los hoteleros.
Atxaga utiliza un estilo de narración muy intenso, centrado en Carlos, que escucha en su interior las voces de su antiguo formador dentro de ETA, un terrorista caído en la lucha denominado Sabino, y de su «conciencia», a quien él llama la rata. A medida que se aceleran los acontecimientos, las dos voces van irrumpiendo con más fuerza en su cabeza y en la narración, hasta llegar a un final abrupto y algo ambiguo.
El deseo de los socios, y del mismo Carlos, de vivir algo así como una cierta normalidad, sufre continuamente bajo la dialéctica de la «rata» y bajo las costumbres que el tiempo de militancia han dejado en Carlos. El ambiente de promiscuidad, una de las constantes tanto en los círculos internos de ETA como del partido comunista en aquella época, origina rencillas y rencores en el interior del grupo una vez abandonada la militancia. Me ha gustado. Presenta una perspectiva del «conflicto» muy distinta de la de Aramburu, por ejemplo.

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