Kalashnikov, Alberto Vázquez-Figueroa

Novela-denuncia de Vázquez-Figueroa. La última que leo.
Tres narraciones paralelas que confluyen en la persona de Joseph Kony, conocido genocida ugandés que viene desafiando desde hace más de 30 años a todo su entorno.
Un grupo de «conspiradores del bien», funcionarios de la UE en Bruselas, decide actuar por su cuenta y encargar a un cazador de elefantes que localice y ejecute a Joseph Kony. El marfilero y un pistero nativo aceptan el encargo y se ponen en camino en el norte de la República Centroafricana para localizarlo. Las descripciones geográficas de la zona y del trabajo de los marfileros son sin duda de lo mejor que tiene la novela.
La tercera trama se centra en Orquídea Kanac, hija de un comerciante francés que vive en un paraíso de la Provenza. Un día descubre cuál es el verdadero trabajo de su padre, y este conocimiento cambia su vida.
La trama es relativamente simple, y el peso lo llevan, como en otras novelas-denuncia de este autor, las acusaciones. En este caso se trata de la fabricación y el tráfico de armas, la pobreza, un sistema económico basado en la especulación que fomenta el dinero negro y su lavado, el trabajo en el seno de la UE, etc. Las ideas de Vázquez-Figueroa, que no comparto en todos los casos, dan a la narración y a los personajes un cierto carácter de mitin político camuflado. Está en su derecho. Y yo en el mío de no seguir leyéndole.

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