Yo confieso, Jaume Cabré

Creo que está justificado utilizar el adjetivo «monumental» al hablar de esta novela. El protagonista-narrador relata su propia historia y otros hechos que van llegando a su conocimiento de un modo que, a primera vista, puede parecer original, pero que encuentra su explicación a lo largo del libro.

Adriá Ardevòl, hijo de un anticuario y coleccionista de manuscritos originales, aprende idiomas y violín por imperativo de sus padres. El despacho de su padre y la tienda son el escenario de sus juegos y de su imaginación. Pero no es sólo el carácter dominante de su padre lo que condiciona su vida, sino también sus hechos, que van envolviendo a Adriá a medida que va conociéndolos, llevándole a escenarios insospechados en Alemania, en Roma y en un monasterio abandonado en las montañas.

Los saltos entre los distintos hilos de la trama, a veces dentro de una misma frase y sin orden cronológico, restan agilidad a la lectura pero resultan muy sugestivos. De la mano de los estudios de Adriá se van tratando temas básicos de la cultura europea, acontecimientos históricos y cuestiones tan fundamentales y difíciles de resolver como el problema del mal.

No es un libro para leer y tirar, ni para saltar páginas y averiguar un desenlace más o menos original, sino para disfrutar de la lectura y para reflexionar e incluso profundizar en muchos de los temas que esboza.

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