24 horas en la vida de una mujer, Stefan Zweig


La obra completa de Stefan Zweig es una caja de sorpresas. Su capacidad de puesta en escena es superada solo por su maestría en la descripción de sentimientos y estados de ánimo. Esta pequeña novela, que ha sido llevada tres veces al cine, con ligeras variaciones, obedece a la conocida estructura de «narración en la narración», a la que añade algunos matices importantes.
Un hotel en la Riviera, un grupo de huéspedes de distintos orígenes, la llegada de un nuevo personaje, joven, carismático y encantador para todos. La armonía desaparece al día siguiente, cuando se descubre que este visitante se ha escapado con Henriette, quien ha dejado a su marido y a sus dos hijos por esta aventura. El único que no se suma a las críticas espontáneas es el narrador, que mantiene que 24 horas pueden ser suficientes para cambiar la vida de una persona. Más tarde, una anciana se dirige a él y, venciendo un gran esfuerzo, le declara que desea relatarle un capítulo de la historia de su vida que no ha contado nunca a nadie. Se trata de 24 horas en Montecarlo, durante las cuales intenta salvar la vida de un jugador empedernido y despierta en sí misma sentimientos que creía apagados para siempre.
Como de costumbre, Zweig describe con un ritmo adecuado el ambiente y el estado de ánimo de sus personajes y los problemas a que se ven expuestos. El deseo de la ahora anciana de rescatar al joven jugador, las recaídas de este y la decisión de dejar todo y a todos por la pasión de un momento se desprenden de unas líneas nada melodramáticas. La descripción de las manos del jugador, que la anciana observa durante largo tiempo antes de ocuparse de su propietario, es en sí misma una obra maestra.
Otra obra breve y recomendable de este autor austríaco.

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