Las horas subterráneas, Delphine de Vigan


Esta novela, una de las obras menores de Delphine de Vigan, muestra la sensibilidad de esta autora por las situaciones difíciles en que pueden encontrarse personas normales y su capacidad de describir estados de ánimo y reflexiones, con sus altibajos, sus dudas, las decisiones tomadas sin tener la convicción de que vayan a llevarse a cabo, y la anonimidad de la gran ciudad y de sus habitantes.
Mathilde, viuda y madre de tres hijos adolescentes, se encuentra a gusto en su trabajo como adjunta al director de marketing de una empresa, hasta que este, una persona irascible e intransigente, la somete a un acoso laboral en toda regla. Thibault es médico. A consecuencia de un accidente no ha podido ser cirujano, su gran sueño, y cubre servicio ambulante de urgencias por las calles de París, asumiendo con su coche los casos asignados por la central.
Vigan sugiere y manifiesta implícitamente mucho más de lo que relata, una cualidad que tienen pocos escritores. Quien entra al juego de sus narraciones descubre por sí mismo lo que quiere transmitirnos la autora, e incluso mucho más. La inseguridad de Mathilde bajo la presión del acoso, con consecuencias patentes para su salud, el miedo de sus compañeros a tomar partido a su favor, los medios de transporte urbanos y suburbanos con sus incidencias y su impersonalidad, por un lado, y el estrés de Thibault, la lucha contra el tráfico y las plazas de aparcamiento, su encuentro con personas que realmente buscan solo alguien con quien hablar, o con personas que, muy probablemente, morirán pronto solas y abandonadas por la sociedad, y su empatía con los pacientes a costa de su propia vida, tanto personal como sentimental, son algunos de los temas de esta novela, en la que el lector espera y desea puntos de encuentro entre ambos personajes. La novela tiene un cierto fondo de tristeza y desesperanza, más circunstancial que inherente, pero no deja mal sabor de boca.

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