La autopista Lincoln, Amor Towles


Los grandes narradores se ponen a sí mismo a prueba en las novelas largas con muchos personajes. No es fácil caracterizar a media docena de protagonistas y mantener sus rasgos, sus conductas y su lenguaje a lo largo de quinientas o más páginas. Y no es fácil conservar al lector atento y benévolo, especialmente en una época en la que, según los estudios de mercado, el lector o el espectador espera un golpe de efecto cada x páginas o cada x segundos.
Amor Towles demostró ya en Un caballero en Moscú que domina este arte. Ahora vuelve a su país de origen como escenario para cuatro jóvenes, que emprenden un viaje desde Nebraska, en el centro del país, hasta Nueva York. Siguiendo la tradición oriental de los narradores de historias, Towles nos va exponiendo la vida de dos hermanos y los dos compañeros de correccional del mayor de ellos, que emprenden en 1954 un viaje para recuperar una herencia en fideicomiso de uno de ellos, perteneciente a la alta sociedad neoyorkina. Durante el viaje conocemos a otros personajes que configuran el paisaje de los Estados Unidos, como los vagabundos que moran a la sombra del bienestar de las grandes ciudades o un erudito a la búsqueda de héroes para su colección.
Towles consigue que el lector se vaya identificando con el noble pero irascible Emmett, con su hermano pequeño Billy, que sueña con ver de nuevo a su madre, con Woolly, que vive en una frecuencia diferente y con Duchess, que vive en un código propio de normas.
Al alcanzar las páginas finales, cuando el lector empieza a lamentar que la novela sea tan corta, se llega a un fin inesperado y al mismo tiempo lógico.
Excelente novela, una de las mejores que he leído este año.

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