Las novelas de Jonathan Franzen son agotadoras. Al leer esta obra, tan intensa y extensa como Libertad, o Pureza, me he preguntado varias veces a qué se debe. Por un lado, quizá, por la obsesión del autor de describir exhaustivamente hechos, estados de ánimo, convicciones y deseos de los protagonistas. Por el otro, por la concentración de situaciones, fobias, amor y odio en unas cuantas personas, que además interactúan entre sí. Esto me causa a veces desear que llegue la última página del libro, lo que no suele sucederme con novelas más equilibradas.
Esta impresión, que podría interpretarse como crítica negativa, no quita que Franzen sea un excelente escritor. En la época elegida para la trama, comienzos de los 1970, tenía unos 11 años. Eran los años finales de la guerra de Vietnam, con Richard Nixon. Pasada ya la primera «ola» de liberación exterior, del «sex, drugs and rock and roll», los tres elementos de este mensaje están profundamente afianzados en la vida de los jóvenes, especialmente en los entornos urbanos. Los protagonistas principales son un matrimonio afincado en Chicago, formado por el pastor protestante Russ Hildebrandt, su mujer Marion y los cuatro hijos Clem, Becky, Perry y Jay. Las distintas crisis que han pasado los dos adultos —religiosas, matrimoniales, de salud y afectivas— y también los tres hijos mayores originan situaciones extremas, tanto en la comunidad religiosa en la que trabaja Russ, como en el entorno familiar y los círculos de amistadas. El tema de la religión o, más bien, el tema de Dios, ocupa un lugar algo confuso. No sé si Franzen no logra captar la esencia de la experiencia religiosa o si quiere representarla conscientemente de un modo equívoco, subjetivista, desligado de las prácticas externas. En cualquier caso, es su derecho.
Me han gustado algunas descripciones, como la de la comunidad de jóvenes «Encrucijada», dirigida por un clérigo joven y carismático, en la que la búsqueda de la «autenticidad» ayuda a muchos jóvenes a centrarse en su vida, o la relación de Russ con una comunidad de navajos.
En definitiva, una novela para los que han disfrutado de otras obras de Franzen.
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