El cementerio de Praga, Umberto Eco

Es de sobra conocido el estilo algo farragoso de este escritor. También la curiosa elección de temas para sus pocas novelas. Y el éxito que los ha acompañado. Es difícil hacer un resumen de esta narración sin desvelar el final o, al menos, las claves de su lectura.
La narración es indirecta: el autor, capitán Simonini, falsificador de documentos y traficante de hostias consagradas, aparte de otros oficios tan poco honorables, comienza a escribir un diario o libro de memorias en París a final del siglo XIX. En la escritura interviene una segunda enigmática persona, un clérigo de nombre italiano.
Las narraciones nos llevan al Piamonte, de ahí al nacimiento del estado italiano de manos de garibaldinos y otras corrientes, sigue con la guerra entre Francia y Alemania en 1872 y terminan con el siglo.
El hilo conductor son las confabulaciones: de los judíos, de los masones, de los jesuitas, que Simonini va recogiendo en una narración sobre una reunión secreta en el cementerio de la capital boehmia.
El tema no es nuevo y ha llenado millones de páginas: desde los templarios y los servicios de inteligencia hasta las sectas satanistas y las fábulas en torno a la Compañía de Jesús. Eco lo trata de una forma peculiar. El libro se hace largo, repetitivo con el sinnúmero de personajes y algo engorroso en el lenguaje.
Si a uno le gustan los libros de Eco, tiene que leerlo para comprobar que sigue en su línea de anti-todo. En otro caso no es necesario.

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