Tiempos recios, Mario Vargas Llosa

Tiempos recios de Vargas Llosa; Viento fuerte de Miguel Angel Asturias. Ambas dos sobre Guatemala, la United Fruit, la CIA, los americanos… Aunque dos novelas distintas: Viento fuerte, la historia de un grupo de guatemaltecos, trabajadores de la United Fruit, que, con un poco de ayuda exterior, consiguen hacer frente al monstruo, es una novela: es ficción, la trama es inventada, los personajes y el final también… Tiempos recios, en cambio, es más bien un reportaje: Quizás me esté anticipando y haya más novela en la parte que me falta por leer (voy exactamente por la mitad), pero, de momento, me ha costado un pequeño triunfo distinguir entre dos dictadores -militares ambos- y dos presidentes democráticos en diez años, de 1944 a 1954, más los personajes relevantes que planean alrededor. Muchos nombres, muchas personalidades, a las que Vargas Llosa les traza un perfil mínimo con tres pinceladas muy bien dadas, pero que te arman un pequeño embrollo porque los nombres, las personas, los acontecimientos políticos, desbordan a quien no conozca la historia reciente de Latinoamérica. Y yo, cero patatero, oiga. Así que me ha costado.

No me costó nada, en cambio, y tampoco sabía nada del tema, leer y empaparme de historia y política con La fiesta del chivo, sobre el dictador Trujillo de la República Dominicana. También cuenta una historia que es una inmersión total en la historia política de la isla, pero aquí hay drama, personajes ficticios que dan color… sabes lo que va a pasar, pero, aún así, mascas la tragedia antes de que ocurra… Un novela, vamos.

Tiempos recios es más bien un reportaje. Muy bien contado, muy documentado, pero le falta drama, tensión… Es una crónica, no una novela. Falta ese lenguaje tan gráfico de Vargas Llosa, que nos lleva a esos otros países castellanoparlantes pero que se nos hace otro idioma mucho más cantarín, más colorido, más bailón. Faltan los personajes que le den vida, porque los personajes de la novela son los históricos, los de verdad. Falta chispa. No es pesada, porque Vargas Llosa no hace nada mal, pero no se «devora» como sus otras novelas, que no puedes soltarlas por una u otra razón, o por todas. En esta, ni la trama, ni los personajes ni el lenguaje de la propia novela te encantan y hacen que no pasen las horas; más bien tienes que parar de vez en cuando y retroceder a ver quién es quién, porque hay mucho pájaro y poca miga.

Es el primer libro que comento antes de terminarlo, pero alguna vez tenía que ser la primera. Esto va por la cantidad de libros que no terminamos de leer, aunque luego nunca lo reconozcamos. Yo sí me lo terminaré, pero necesitaba contar en algún sitio lo extraño que me está resultando. A ver qué me depara la segunda mitad.

Acerca de Isabel

lectora de novelas, preferiblemente con argumento, aunque después de muchos años me empiezan a gustar simplemente las bien escritas. Mayorcita, me ceden el asiento en el metro cuando no me tiño el pelo, y mi hija dice que soy friki. Yo me siento joven, lo que debe de ser típico de mi edad. Y como esto no es una novela, adiós, que me enrollo.
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