La madre de Frankenstein, Almudena Grandes


Nueva entrega, la quinta, de la serie de novelas sobre la posguerra española de Almudena Grandes. Muy distinta de las cuatro anteriores. Después de la guerrilla, la resistencia clandestina y la resistencia diplomática, nos encontramos aquí con una narración muy diferente, basada en un personaje real, la parricida paranoica Aurora Rodríguez Carballeira. Esta mujer de inteligencia superior, asesina de su hija superdotada Hildegart, pasó más de 20 años en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos. Su figura, de la que hablan diversas novelas e incluso una película, da pie a la entrada de los dos personajes principales, el psiquiatra Germán Velázquez, hijo de un psiquiatra represaliado por Franco al acabar la Guerra Civil, que huye con 18 años a Suiza, en donde es acogido por un colega de su padre antes de volver a Madrid convertido en psiquiatra, y María Castejón, la hija del jardinero del manicomio, a la que Aurora enseña a leer y a escribir de niña, y que retorna al manicomio como auxiliar de enfermería, en donde cuida especialmente a su antigua maestra.
Este escenario es el campo de batalla en donde Almudena Grandes desarrolla una trama ágil, yendo y viniendo en el tiempo, en la que destacan sobre todo la excelente caracterización de los dos protagonistas, Germán y María, y los delirios de Aurora. También es de gran interés la familia Goldstein, judíos alemanes expatriados a Suiza antes de la Segunda Guerra Mundial, aunque aquí se mezclan algunos estereotipos sobre la ideología nazi.
Si bien en esta novela la división clásica de otras obras de Almudena Grandes —derecha homogénea, gris, banal y criminal, izquierda brillante, sacrificada, inteligente e idealista— tolera algunos matices, como la figura de la hermana Belén, directora de la clínica, y algunas anotaciones al final del libro, la intención de la autora sigue siendo demasiado patente, y a veces incluso ridícula. Se trata de presentar al «nacionalcatolicismo» como origen de todos los males en la España de la posguerra. No soy yo, ni posiblemente lo sea nadie, capaz de juzgar en qué medida tiene razón. En cualquier caso, Almudena Grandes no deja ninguna oportunidad para criticar y ridiculizar a cualquier personaje de sus novelas que no esté comprometido en contra de la dictadura, especialmente a la iglesia y a los católicos en general. La autoproclamada «superioridad moral» de la izquierda justifica cualquier acción, mientras que en las acciones de la derecha, incluso cuando son lícitas, se presume siempre una intención torcida. Son llamativas las diferencias entre el tratamiento del aborto cometido por María y el robo de un niño con la bendición de la Iglesia.
Bueno, pero eso que lo juzgue cada uno. A mí la novela me ha gustado. Quizá el rasgo más destacado sea la intensidad narrativa, a diferencia de otras obras de Almudena Grandes, en las que a mí me parece que sobran páginas.

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