El ruiseñor, Kristin Hannah


A primera vista puede parecer notable que una autora estadounidense sea capaz de escribir una novela sobre la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial sin caer en tópicos ni en exageraciones. Junto a una excelente ambientación, en la que no faltan errores puntuales, como puede suceder en cualquier relato de ficción, la autora evita los lugares comunes, como podrían ser una visión dualista del entorno en que sitúa su novela, con buenos y malos, pero también los dos posibles extremos de la narrativa —el sentimentalismo y la épica— a la hora de describir la vida de las dos protagonistas en la situación extrema que vivieron.
En el año 1940, cuando las tropas del Eje invaden y ocupan la mitad noroccidental de Francia, Vianne e Isabell Rosignol emprenden rumbos separados. Mientras Vianne, cuyo marido Antoine es llamado a filas y cae prisionero, intenta sobrevivir en la Francia ocupada junto con su hija Sophie, Isabell decide sumarse a la Resistencia, en primer lugar llevando mensajes de un lugar a otro, más tarde organizando una red de escape para pilotos aliados a través de los Pirineos.
La novela describe con realismo, en parte con crudeza pero sin morbo, la situación que tuvo que soportar la Francia ocupada, con su resistencia, el maquis y los colaboracionistas, la aleatoriedad de las tropas de ocupación, en las que la Wehrmacht fue sustituida sucesivamente por la Gestapo y las SS con su función de represión, el hambre y, en la última fase del libro, la deportación a los campos de concentración en Alemania y Polonia. Muy buena novela.

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