Como la sombra que se va, Antonio Munoz Molina

Muñoz Molina combina en esta novela dos líneas argumentales, unidas por la ciudad de Lisboa. Una son sus propias estancias en esa ciudad, separadas por varios años y por distintas situaciones profesionales y sentimentales. Otra es la estancia en Lisboa del asesino de Martin Luther King, que intentaba llegar a alguna de las colonias portuguesas en África para huir de la justicia.

Últimamente se ha puesto de moda que los autores describan el proceso de gestación de sus libros. Lo ha hecho Pérez Reverte en su última novela, y lo hace aquí Muñoz Molina. Este recurso, si se exagera, puede resultar prepotente, algo así como un exhibicionismo intelectual. Al lector medio no le importa cómo se haya escrito una novela. En fin, dejémoslo ahí.

Muñoz Molina utiliza en ambas narraciones su estilo más genuino, intimista y en cierto modo «arrastrado», con repeticiones conscientes y sensaciones muy personales, tanto del autor como de sus personajes. No cabe duda de que él domina este estilo. Un tanto delicado se vuelve cuando el autor describe en primera persona el proceso de su adulterio y su posterior separación de la madre de sus hijos. Quizá sea cuestión de gustos, pero resulta algo violento. La narración del atentado y las semanas siguientes ha ido precedida por una gran labor de documentación.

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