La entrega más reciente de la saga del ahora ya brigada Bevilacqua y de la sargento Chamorro ha merecido el premio Planeta 2012. Puede añadirse que lo ha recibido, de algún modo, la saga completa. La trama comienza del modo habitual, con nuestro héroe recibiendo un encargo de investigación criminal y reuniendo su equipo. Esta vez, el asesinado es un guardia civil, antiguo compañero de fatigas de Bevilacqua.
A medida que avanza la investigación, se van añadiendo matices desagradables a los hechos, con policías corruptos, crimen organizado, prostitución y episodios que echan luz sobre la vida anterior del guardia civil. La trama, bien montada y trepidante como de costumbre, está más entreverada que en otros episodios de comentarios filosóficos del narrador y protagonista. Esto, unido a la multitud de escenarios y de líneas de búsqueda, le resta algo de coherencia. El final puede parecer un poco precipitado. Si se tienen en cuenta además las expectativas que ha despertado el libro y el premio recibido, puede ser algo decepcionante para algunos. Para mí no, y lo recomiendo a todo aficionado a la novela negra ambientada en la España actual.
A mí también me parece muy buena la novela, y creo que no es mal momento para hablar de las tentaciones de corrupción, ahora que parece que estamos en ello, al menos aquí. Y también está muy bien traído el tema de que, aun dentro de la corrupción, hay líneas rojas que definen a la persona, porque una cosa es poner el cazo y otra es no tener en absoluto escrúpulos, aunque yo personalmente no sé por qué el autor escoge como línea roja del guardia civil la trata de blancas y no el tráfico de drogas, por ejemplo.