Clara y el sol, Kazuo Ishiguro


Kazuo Ishiguro, premio Nobel de literatura del año 2017, entusiasmó a sus lectores y a los adictos al cine en todo el mundo con dos de sus novelas, Lo que queda del día y Nunca me abandones, y las adaptaciones correspondientes. Como suele suceder, las novelas son estos dos casos mucho mejores que las películas. En su nueva obra, Ishiguro retorna al entorno distópico de la ciencia ficción que ya esbozó en Nunca me abandones. El tema de aquella era la clonación con el fin de disponer de órganos de repuesto, y una cuestión de base era si los clones tienen un «alma», entendida en sentido genérico, no necesariamente religioso. Clara y el sol se atreve con la inteligencia artificial y esboza un escenario distópico en una fase posterior al entusiasmo actual por las «inteligencias conscientes» no humanas.
Clara es una AA, una amiga artificial, creada para servir de compañía a adolescentes. El autor se atreve a convertirla en narradora y a describirnos la «realidad» que ella percibe, a partir de su programación, su aprendizaje posterior y sus vivencias. Desde la tienda de juguetes en donde espera a posibles compradores, Clara observa el mundo exterior y comenta con otras AA sus conclusiones, en parte asombrosamente infantiles. Una niña visiblemente enferma llamada Jossie consigue que su madre la compre y asume su tarea de cuidar de ella. A partir de ahí se van incorporando pinceladas que nos revelan los conflictos de la sociedad que describe Ishiguro: mejoras genéticas, paro generalizado unido a desórdenes sociales, distintas clases y comunidades sectarias en una sociedad visiblemente crispada y, en medio de todo ello, una AA que desarrolla una actitud sorprendente con relación al sol y su poder.
El autor plantea más preguntas que las que responde. Esto puede entenderse como una invitación al debate, o a la reflexión, pero en su totalidad provoca una ligera sensación de novela incompleta, a pesar de la perfecta técnica. Interesante libro.

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