Canción dulce, Leila Slimani


En algunas reseñas sobre este libro que he leído a posteriori se define la novela como «dura». Sin duda lo es, a pesar de que faltan descripciones truculentas. Pero en el primer capítulo se enuncia ya el tema del libro: una niñera enajenada mata a los dos niños que cuida a diario e intenta suicidarse. No es una novela criminal, pues el crimen y su autora están claros desde el comienzo, y el móvil se intuye o más bien se percibe a lo largo de las frases del libro en un entorno que dice mucho de la sociedad urbana en muchos lugares del mundo actual.
Paul y Myriam son un matrimonio joven, con dos hijos pequeños, que despiertan en ellos instintos maternales y paternales, pero que suponen una carga, una limitación en la vida de jóvenes profesionales con éxito a la que no quieren renunciar. Por ese motivo, contratan a una niñera, Louise, en la que aprecian su eficacia, su mano con los niños y su espíritu de servicio. Poco a poco, Louise va haciendo posible que los padres desarrollen la actividad que siempre han querido realizar, sin tener que ocuparse de las servidumbres que suponen dos niños pequeños. No se interesan por lo que se esconde tras esa mujer a la que sus hijos adoran y todos sus amigos alaban.
Sin mencionarlo explícitamente, Slimani denuncia una sociedad y un estilo de vida con una escala de prioridades equivocada. En realidad, Paul y Myriam son dos personas inmaduras, que intentan hacer realidad un sueño profesional y social desvinculándose de sus obligaciones y explotando de forma inconsciente a una mujer que, antes de ser perpetradora, es víctima de una situación que la supera emocionalmente.
La novela es buena y, en efecto, es muy dura.

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