El espejo de nuestras penas, Pierre Lemaitre


La tercera parte de la trilogía de entreguerras de Pierre Lemaitre corona con maestría lo que las dos anteriores comenzaron. La historia comienza poco antes de la ocupación de Francia por las tropas alemanas. El elenco de personajes que se nos presentan es, sencillamente, glorioso. Louise Belmont, maestra y camarera el fin de semana en un antiguo restaurante con plato único, Raoul Landrade, soldado y trilero, capaz de hacer dinero de cualquier situación, y Desiré, de apellido desconocido, capaz de suplantar tanto a un abogado como a un historiador y locutor de radio, e incluso a un sacerdote que se hace cargo de los refugiados que huyen de los alemanes en la Francia de hecho derrotada.
Lemaitre combina hechos reales, como la radio patriótica, el desastre de la línea Maginot, la destrucción de miles de millones de francos y el éxodo disparatado de un grupo de presos desde París hasta Orleans, con una historia familiar en torno a Louise y su medio hermano, o el intento de un subteniente de hacerse con dinero para llevar a su mujer, enferma de corazón, a Persia.
Lemaitre combina un humor escurridizo con auténticos dramas, hechos reales con situaciones grotescas, y lleva la trama con arte hasta un final apoteósico, seguido de un epílogo para saciar el hambre del lector, que ha ido cogiendo cariño a los personajes. El personaje de Raoul, en especial, me recuerda al lazarillo de Tormes. Y a Desiré, todo un maestro de la suplantación y de saber «leer» las situaciones en que se encuentra, se le perdona incluso que se haga pasar por sacerdote, pues logra salvar la vida y la salud a una gran cantidad de refugiados.
Muy recomendable.

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