Formas de estar lejos, Edurne Portela


Edurne Portela es una escritora incómoda. Por los temas que busca, por el modo de escribir, por la aparente imparcialidad de que presume en determinadas cuestiones, que en realidad no es tal, pues asume como naturales determinadas posturas que son, al menos, cuestionables. Por otro lado, escribe bien, es valiente en la elección de las tramas y sorprende con personajes bien perfilados. Así, por ejemplo, en esta novela, los dos protagonistas Alicia y Matty son dos víctimas de una relación tóxica, que deberían haber reconocido como tal desde el comienzo.
Alicia llega a los Estados Unidos para hacer el doctorado. Aterriza en una universidad del sur, y experimenta las dificultades habituales de adaptación a la sociedad y a la universidad estadounidense. Necesita relacionarse, pero es muy crítica frente a todas las personas que la rodean. Su trabajo la llena y la supera al mismo tiempo. Cuando conoce a Matty, quien al comienzo le oculta que habla bien el castellano, inicia una relación llena de malentendidos, de coacciones mutuas, de hacer valer derechos sin compartir todos los deberes. De algún modo, es una relación, y luego un matrimonio, muy «moderno». Dos líneas paralelas que no pueden encontrarse y que, a medida que se presentan problemas, conducen a una separación ineludible, con todo lo que ello lleva consigo de reproches, ajustes de cuentas, miedos, etc. No faltan posturas chocantes como el aborto que practica Alicia, que supera diciéndose, como para convencerse, que «eso de ahí dentro» no es más que una alubia, y los remordimientos que la asaltan cuando se deshace de dos gatas viejas y enfermas cediéndolas a una mujer mayor, que se ocupa de ellas. En definitiva, una novela difícil, por buena que sea la escritura.

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