El inocente, Ian McEwan


Esta novela se basa en un hecho histórico. A mediados de los 1950, en plena guerra fría, y antes de la edificación del Muro de Berlin, un equipo de técnicos norteamericanos y británicos construyeron un túnel por debajo de la línea que delimitaba el sector británico de Berlin del sector ruso, con el fin de interceptar el intercambio de mensajes entre Alemania Oriental y Rusia. McEwan utiliza este hecho histórico para presentarnos a Leonard Marham, un técnico de comunicaciones inglés, joven e ingenuo, que acude a Berlín sin tener una idea muy concreta de su cometido. Su jefe inmediato, Bob Grass, un norteamericano que cumple todos los estereotipos sobre la idiosincrasia norteamericana, es su anfitrión en Berlin. Durante una velada en una sala de baile, Leonard conoce a Maria, una alemana algo mayor que él, que se convierte pronto en su amante y lo introduce en las relaciones de pareja. Al cabo de un cierto tiempo de relativa felicidad, irrumpe en la vida de ambos el exmarido de Maria, un borracho violento, que se presenta en casa de María cuando menos lo esperan. A partir de ahí se precipitan los acontecimientos, en los que la ingenuidad de Leonhard lleva a un desenlace inesperado, que se explica en una especie de epílogo.
Como es habitual en las novelas de McEwan, los hechos son secundarios. Lo principal es la personalidad del protagonista, Leonhard, sus anhelos, su inseguridad interior y su falta de empatía, que le conducen a veces a reacciones desproporcionadas, de las que es el primer sorprendido. A mi gusto, McEwan exagera un poco en las descripciones y las fantasías de Leonhard frente a una mujer, Maria, que ha sufrido con un pasado amoroso desdichado, unido a experiencias traumáticas del comienzo de la ocupación rusa. La película basada en esta novela, como es habitual, se centra en aspectos parciales y desdibuja el carácter de Leonhard.

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