Me decidí a leer esta novela a continuación de Las madres para dar por concluido, por ahora, el capítulo Carmen Mola. Una vez acostumbrado a los macabros temas de la serie de novelas en torno a la inspectora Elena Blanco, no me sorprendió el planteamiento anunciado por la publicidad. El tema del libro es el comercio de órganos (de donantes involuntarios, se entiende). No obstante, ya desde el comienzo se puede entrever que esta entrega pretende abarcar más. Las guerras civiles en Liberia, las organizaciones criminales que se enriquecen trasladando a emigrantes en condiciones inhumanas hasta Europa y el egoísmo de algunos ricos, que intentan hacerse a cualquier precio con los órganos que necesitan para un transplante, son algunos de los elementos que integran esta novela. A esto se suman las contradicciones internas de los miembros restantes de la BAC, la inminente jubilación del forense Buendía, la conflictiva figura de Zárate, embarcado en una búsqueda personal, la llegada de una nueva forense, las luchas contra los superiores en la policía y la política y, sobre todo, la amenaza constante de una organización criminal, El Clan, que parece contar con medios y contactos ilimitados.
La relativa credibilidad de que gozan las demás novelas de Carmen Mola se ve aquí algo limitada por las coincidencias que se dan en esta última entrega. No obstante, esto no resta interés a la narración. La crueldad de las guerras civiles en Liberia, ese país creado con ingenuidad en el siglo XIX, y escenario de una de las guerras civiles más cruentas de finales del siglo XX, se suma a la ultraviolencia de las demás novelas.
La narración arranca en Libera con escenas de las guerras civiles, y nos presenta a un misterioso personaje, un blanco llamado Sipeeni («el español» en yoruba) y a su hijo mulato. En esta entrega, los hechos cruentos descritos no son ficticios, sino lamentablemente reales. Las guerras en los países occidentales de África son de sobra conocidas, al igual que el tráfico ilegal de armas, el comercio con órganos y las rutas de transporte hacia Europa. El Clan, una organización omnipresente con representantes en las altas esferas de la policía, la judicatura y la empresa, intenta destruir la BAC, cuyos miembros tienen que purgar las irregularidades cometidas en investigaciones anteriores.
El desenlace es inesperado pero, de algún modo, coherente con los demás relatos de la saga. Pienso que esta quinta entrega pone un buen punto final a la saga.
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