El caso Alaska Sanders, Joël Dicker


El fenómeno editorial Joël Dicker, del que he hablado ya en otras reseñas de este blog, podría titularse «Crónica de un éxito anunciado», parafraseando el famoso cuento de García Márquez. Empecé a leer esta novela, que llevaba algún tiempo en mi lista de espera, precavido por mis propias palabras. En concreto, precavido de la tendencia del autor a «despistar al lector» con relatos parciales y pistas falsas y a adormecerlo con un ritmo logrado y numerosas tramas parciales que le hacen llegar a corolarios desacertados. También en este libro — como ya sucede en La verdad sobre el caso Harry Quebert o, sobre todo, en La desaparición de Stephanie Mailer — el lector sigue las pistas sembradas por el autor y llega a conclusiones equivocadas.
Un breve plot: en la pequeña ciudad de Mount Pleasant, en New Hampshire, una joven llamada Alaska Sanders aparece asesinada junto a un lago. El trabajo de la policía, bajo el mando de Perry Gahalowood, conocido del primer gran éxito de Dicker, lleva pronto a un sospechoso evidente, que efectivamente confiesa el crimen antes de suicidarse con el arma del policía que dirige el careo, que muere también en el mismo incidente. Marcus Goldman, escritor afamado, acude más tarde a documentarse sobre el caso con el fin de escribir un libro, y entra en contacto con Perry, que acaba de quedarse viudo. Estos dos personajes están muy bien dibujados. Marcus es además el narrador principal de la novela, y en torno a él se agrupan numerosas personas que confieren a la novela una dimensión casi épica.
Aunque la novela es una secuela de La verdad sobre el caso Harry Quebert, puede leerse sin conocer esta obra. Como es natural, no todos los protagonistas están tan bien caracterizados como Goldman y Gahalowood, pero en general resultan bastante convincentes. La estructura de la novela, con flashbacks continuos y saltos en el tiempo, obliga a leer con mucha atención. Yo comencé a leerla alternando el español con el francés, y seguí en formato audiolibro en español, gracias al préstamo en la Biblioteca Municipal de Madrid, escuchando algunos capítulos mientras seguía con la vista la edición inglesa. Una experiencia interesante, que ayuda a meterse mejor en la narración.
En general, tengo que quitarme el sombrero ante este escritor. La ambientación en Nueva Inglaterra es impecable, como siempre, y la novela acaba con el anuncio de una nueva secuela. No me cabe duda de que la leeré.

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