Animales difíciles, Rosa Montero


En la presentación de este libro, el cuarto de Rosa Montero con la androide Bruna Husky como protagonista, la autora anunció que era la última, y que con su libro pretendía llamar la atención sobre los peligros que conlleva la Inteligencia Artificial. Las tres entregas anteriores me gustaron en líneas generales, aunque a mi modo de ver no lograron mantener la calidad de la primera, dedicada a la figura de los replicantes y con citas claras al libro de Philip K. Dick y a la película Blade Runner.
Después de los acontecimientos de la tercera novela, la replicante Bruna Husky quedó muy maltrecha, de modo que se aprovechó su cerebro, incorporándolo junto con su memoria y su «conciencia» a una nueva «rep», esta vez no de combate, como la Bruna original, sino de cálculo. La detective privada recibe el encargo de investigar misteriosas desapariciones de jóvenes, así como un atentado a un almacén de «flops», cerebros conectados a un sistema informático para conservar de ese modo una cierta vida a pesar del deterioro del cuerpo. En sus investigaciones, Bruna se encuentra con una amenazante trama, que pone en peligro mucho más que su vida.
El último capítulo, un tanto acelerado para mi gusto, incluye tanto el desenlace como un esbozo de consideraciones más profundas acerca de la Inteligencia Artificial y del peligro que esta técnica podría conllevar para la humanidad, un peligro que la autora equipara coloca en una serie con la energía nuclear o al cambio climático como los «tres intentos de autoaniquilación» de la raza humana. Esta generalización, que la autora presenta más bien como algo intuitivo que como una conjetura razonada, resta algo de credibilidad a una trama más floja que la de las novelas anteriores. No obstante, me parece un intento legítimo, y la figura de la sensual e inteligente replicante, con fecha de caducidad programada, quedará sin duda en la memoria de muchos lectores. Espero, no obstante, que la amenaza mencionada por Montero, expresada de un modo drástico en la parábola de un hormiguero (la humanidad) controlada por algo externo (la Superinteligencia Artificial), con el agravante de que esta última ha sido creada por sus futuras e indefensas víctimas, no se haga realidad.

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