Descubrí a David Baldacci hace poco a raíz de una reseña de la novela Buena suerte, una de sus primeras obras publicadas. Me gustó y decidí leer una más de la serie protagonizada por Amos Decker, und policía con una memoria hiperfotográfica y sinestesia, ambas consecuencia de un accidente que sufrió jugando al fútbol americano.
En La última milla, Decker es invitado a formar parte de un grupo de investigación del FBI, cuya misión es hacerse cargo de casos que otros cuerpos policiales no son capaces de resolver. En su viaje a Quantico decide hacer una parada para comer algo, y al volver al coche sintoniza por casualidad una emisión de radio en la que se habla de Melwin Mars, un convicto del corredor de la muerte —llamada la última milla en algunos centros penitenciarios—, cuya ejecución ha sido suspendida por la aparición de otro presidiario, que se confesó autor de los crímenes imputados a Mars. Decker encuentra el caso interesante y convence a los integrantes de su equipo para desplazarse al sur e iniciar la investigación. A partir de ahí se presenta una trama vertiginosa, que llega incluso a poner en peligro la vida de los agentes.
No cabe duda que Baldacci es un maestro del género, capaz incluso de ambientar un caso de este tipo en dos periodos de tiempo separados 20 años entre sí, con implicación de personas y grupos de relevancia en una época de segregación de razas en los estados del sur de los Estados Unidos.
Una novela dura, sin violencia innecesaria ni escenas gratuitas de sexo, que es difícil de dejar a un lado una vez que se ha empezado a leer.
La opinión de los demás:
Atrapará a los lectores desde la primera página. Baldacci es un narrador genial y Amos Decker es un personaje asombroso. Associated Press
Decker es uno de los detectives más inusuales ideados por un novelista. The Washington Post