La última función, Luis Landero


En la mayoría de los libros de Luis Landero nos espera un tipo peculiar de personaje, que se muestra con diferentes matices pero con un patrón de esencia y comportamiento uniforme: personas que asumen un ideal, muchas veces utópico, para su vida, pero que no están en condiciones por sus aptitudes o por su falta de actitud para ponerlo en práctica. En paralelo a esa vida soñada llevan una existencia generalmente insípida, y se van frustrando poco a poco.
En La última función encontramos a varios de estos personajes, sobre todo los dos protagonistas, Tito y Paula. Ambos nacen con un don —una voz y un arte declamatorio fabulosos, como el de los rapsodas griegos en el caso de Tito, una inquietud artística y un encanto natural para moverse en un escenario en el caso de Paula—, que no siempre están en condiciones de aprovechar. A lo largo de la novela presenciamos el relato de los hechos, formado por un colectivo anónimo de narradores, que llevan a Tito y a Paula a embarcarse en una empresa de la que se esperan una revitalización de un pequeño pueblo de la sierra «pobre» de Madrid: representar la historia de una doncella que hace frente nada menos que al diablo y a un malévolo conde, con una celebración y entronización apoteósica.
Landero sabe narrar, tiene una prosa ligeramente sobrecargada pero bien legible y consigue explotar una vez más el esquema básico de sus obras con personajes que, pese a sus fracasos personales, nos resultan especialmente simpáticos y cercanos.
Una obra recomendable para los seguidores de este autor.

La opinión de los demás:
«Si hay un valor seguro en la actualidad literaria española es la prosa, son las historias, de este escritor extraordinario.» Fernando Aramburu
«Landero sigue en racha. Uno de los narradores más contundentes, ricos, profundos y reconocidos en español.» Jesús Ruiz Mantilla, El País Semanal

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