Imposible decir adiós, Han Kang


La novela más reciente de la coreana Han Kang, recién galardonada con el Premio Nobel de Literatura, se centra de nuevo en el dolor, en la violencia y en el olvido. En concreto, trata de una insurrección seguida de represión y de una salvaje masacre en la isla de Jeju, al sur de la sección continental de este país. Los hechos históricos, silenciados durante varias décadas, se remontan al 3 de abril de 1948 —una rebelión de orientación comunista, incluyendo la formación de un pequeño ejército— y culminan con una masacre con más de 30.000 víctimas, muchas de ellas mujeres y niños.
La trama de la novela se centra en dos amigas, Gyeongha e Inseon, así como de la madre de la segunda. La primera de ellas recibe una llamada de Inseon, que se encuentra en el hospital en Seúl tras una operación en la que se le reinsertaron dos dedos de una mano, separados por una sierra en un accidente en su taller de carpintería. Inseon pide a Gyeongha que acuda a su casa en la isla de Jeju para alimentar a su cotorra Ama, que está en peligro de muerte en su jaula. Al llegar, tras muchas dificultades, estudia numerosos documentos acerca de la historia familiar de Inseon y de la madre de esta, que buscó durante décadas a un hermano desaparecido.
Esta narración está acompañada, como es habitual en la obra de Kang, de ambiguos episodios oníricos, de imágenes impactantes y de hechos y datos verificables sobre la inexcusable violencia con que la policía y el ejército sofocaron la insurrección en la isla.
No es una novela sencilla, ni agradable de leer. Al contrario, es una apelación a no olvidar la historia y a no dejar de lado a las víctimas que, en la mayoría de los casos, no recibieron una sepultura digna, y cuya muerte no siempre fue confirmada por las autoridades y los investigadores.
Como se ha escrito en otros lugares, la novela es un himno a la amistad y un canto a la imaginación, pero sobre todo una poderosa denuncia contra el olvido.

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