La caja negra, Michael Connelly


Michael Connelly es uno de los autores de novela negra más leídos en muchos países. Dos de sus personajes más destacados, el policía en edad de jubilación Harry Bosch y el «abogado del Lincoln» Mickey Haller, protagonizan numerosos episodios, cada uno a su manera. En general, ambos tienen una habilidad especial para enfrentarse a sus jefes o departamentos, a la justicia, a los jueces y, sobre todo, a los delincuentes. Cada uno de ellos tiene su trasfondo familiar, que se hace ver en las novelas, y una tenacidad encomiable en la búsqueda de la verdad o la justicia. Dicho esto, y tras la lectura de algunas entregas el lector ya sabe que no tiene que preocuparse por la vida del protagonista de turno, y que la solución del caso llegará en las últimas páginas.
Al igual que sucede con muchas otras series de novela negra, las obras están bien escritas, se leen con agilidad, siguen un ritmo familiar y captan en general la atención del lector. En La caja negra, la primera parte es mucho mejor que la segunda, que resulta un poco artificial. No obstante, si alguien busca literatura negra asequible y bien documentada y puesta en escena, no hará mal en leer algunas de las obras de Connelly.
En esta entrega, Harry Bosch decide reabrir un «cold case» en el que ya estuvo involucrado veinte años antes: el asesinato de una periodista danesa durante los disturbios raciales en Los Ángeles Sur en los años 90 del siglo pasado. Buscando el modo de hincar el diente a la investigación, Harry sigue la pista al arma utilizada y al lugar del crimen, mientras se enfrenta a una investigación interna en el departamento de policía. Sobre la «validez» y el «valor» de este tipo de literatura podría escribirse, y de hecho se ha escrito, mucho. Que cada cual decida.

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