Corre el año 1558. Carlos I de España y V de Alemania, Rey y Emperador, padre del rey «en cuyo reino no se ponía el sol», lleva casi 2 años retirado en un palacio junto al Monasterio de Yuste en la Vera. Casi 60 personas se encargan de cuidar de él y de acompañarle en sus últimos días. Su estado es deplorable. La gota y unas pertinaces fiebres lo tiene atenazado, de modo que no es capaz de moverse libremente. El libro comienza con la cruel descripción de la ceremonia del baño, en la que sus ayudantes se sirven de una grúa para introducirlo desnudo en una cuba en el patio del palacio. Poco queda de su grandeza, al menos en el exterior. Su médico Mathys, su confesor el padre Regla y los demás acompañantes son conscientes de que están viviendo los últimos días del Gran Rey de los Austrias, que unificó en su persona los reinos en la Península Ibérica y el Santo Imperio Romano Germánico, que luchó contra los turcos en el Este y contra los príncipes protestantes en el Centro de Europa. Pero, así reflexiona el rey sin reino, ¿qué y quién ha sido él, coronado rey antes de hacerse persona, y convertido en nada, en un despojo, al dejar de ser rey?
El libro describe a continuación un viaje fantástico, recorriendo en sentido contrario el camino que lo llevó de Laredo a Yuste. Como acompañante elige al paje Gerónimo, en realidad hijo natural del propio rey, y se asocia poco después con una pareja de hermanos, Honza y Angelita, a los que salva de ser linchados por su cualidad de agotes. Tras varias semanas de camino y aventuras llegan a la «ciudad muerta», en donde se hospedan en una venta y en donde Carlos descubre su pasión por las cartas y por la bebida, dejando así de lado su natural reservado y los lazos que lo ligan a su pasado real. El libro se puede leer como una mezcla de las andanzas de Don Quijote y una novela del oeste, con elementos fantásticos como la presencia de un grifo. Las reflexiones de Carlos, que recupera fuerzas a medida que avanza en su camino, su relación y sus conversaciones con los distintos aliados y enemigos y su renuncia a todo lo que ha significado su vida, hasta que no queda más que un Carlos, llenan las páginas de este interesante libro. Si nos ceñimos a los datos históricos, podríamos aducir que Carlos no salió de Yuste, y que falleció allí en septiembre de 1558. Pero, ¿a quién le interesan los hechos a la vista de las reflexiones que nos regala este libro?
Hay una excepcional reseña en alemán en el blog de un periodista suizo: https://www.youtube.com/watch?v=K85DwS0XhEA
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