Existen en el mercado numerosas series de novelas policíacas centradas en un comisario, o agente, o investigador determinado. Cabe citar a Donna Leon, Pierre Lemaitre, Daniel Silva, Lee Child, Fred Vargas, Camilla Läckberg, Henning Mankell, etc. También en nuestro idioma hay algunas series que merecen mención e incluso lectura, como las presentadas por Lorenzo Silva con su pareja de guardias civiles, Dolores Redondo, Carmen Mola, Leo Caldas y muchas otras.
Cada serie tiene sus particularidades y, dentro de las lógicas fluctuaciones, suele conservar un estilo y una familiaridad que invitan a seguirlas. Yo me limito a mantenerme al día con unas pocas, pero me gusta hacer incursiones esporádicas en otras series, sobre todo si son muy diferentes a las que conozco. Este es el caso de Qiu Xiaolong, escritor chino asentado en los Estados Unidos por motivos políticos después de haber participado o liderado (no es fácil evaluar la política china a lo largo de los últimos decenios) una cierta oposición en su país. Su conocimiento de primera mano de la realidad política y social china y de la peculiar ciudad de Shanghái lo convierten en una referencia, si no necesariamente segura, al menos sí serie e interesante. Su personaje principal es el comisario Chen Cao, policía y poeta soltero, que recurre a las tradiciones chinas y confucionistas para resolver sus casos.
En Cuando el rojo es negro, el camarada inspector jefe Chen se ha tomado unas vacaciones para hacer una traducción bien remunerada para una iniciativa urbanística cuando se descubre un asesinato en una casa típica de la ciudad de Shanghái, del tipo denominado shikumen, en la que conviven más de cien personas de distintas familias. La víctima es Yin, una escritora catalogada como disidente por el gobierno de Den Xiaoping. El comisario político Li, que supervisa el trabajo de esta unidad de la policía, tiene gran interés en que se descarten motivos políticos para el crimen. La novela describe con cierto detalle la investigación y la vida en una casa de este tipo, con gran profusión de detalles que resultan poco familiares al lector occidental, pero que son de gran importancia en China, como la comida y las relaciones familiares.
La novela se lee con gusto y agilidad en la traducción al español. No sé si volveré a este autor y esta serie, pero este libro ha valido la pena.
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