La novela olvidada en la casa del ingeniero, Soledad Puértolas


La literatura misma como objeto de la literatura. O la Matrioshka que encierra una nueva Matrioshka, que a su vez alberga otra… Este género, que podríamos llamar «metaliteratura», está de moda. No solo autores como García Márquez y Haruki Murakami han escrito sobre el hecho de escribir, sino que cada vez es más frecuente el recurso literario -conocido desde el Quijote, como sabemos- del manuscrito encontrado, que el «nuevo» autor decide poner a disposición del gran público.
En esta obra de Soledad Puértolas -una escritora de hechura particular, exiliada a Noruega y Estados Unidos poco después de contraer matrimonio y recuperada como política y mujer de letras, académica de la lengua, en la época de la transición- encontramos muchos elementos singulares, como el modo de encontrar el manuscrito, la decisión de un escritor de novela juvenil de reescribirlo, respetando la letra original, y la exposición de los capítulos, entre los que el presunto amanuense intercala comentarios sobre su cometido y sobre el hecho de escribir.
El resultado es una novela agradable de leer, con una cierta trama policíaca, que se va acentuando a lo largo de los capítulos, y una historia de familia en la época inicial de la recién estrenada democracia española. Las dos figuras principales, tía y sobrina, ambas de nombre Leonor, están muy bien caracterizadas, y reflejan bien, a mi modo de ver, una sociedad dividida en ambientes rurales y urbanos y embarcada en una transición, de la que nadie sabía exactamente a dónde llevaría. La recién estrenada moralidad, o inmoralidad, de los años de la movida asume ya el papel que se ha ido adueñando de una literatura sin Dios y sin moral.
No obstante, me parece una novela muy bien escrita y, por lo tanto, recomendable.

Esta entrada ha sido publicada en Novela y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta