Casi no es un libro de ficción. Y la no ficción de la que habla es una realidad que muchos tendemos a olvidar, a ignorar o a recordar con una cierta dosis de conciencia social que, lamentablemente, no suele conducir a remedios contables: el sinhogarismo, la existencia en nuestro país de más de 30.000 personas que viven literalmente en la calle o que hacen uso de algunas de las ofertas de asistencia, de tutela o de reinserción.
Lo que más llama la atención del libro, además de la excelente prosa de Jorge Bustos, es el compromiso narrativo del autor. Se encontró con el tema a raíz de una mudanza, y dedicó doce meses de investigación y presencia real a este doloroso tema. El resultado es un libro que informa, anima y responsabiliza sin caer en los muchos peligros posibles, desde un meaculpismo barato a suposiciones sociológicas probablemente falsas, pues el destino o la desventura de cada uno de los afectados y marcados por esta situación es esencialmente individual.
Bustos parte en su narración del CASI, o Centro de Asistencia San Isidro, a pocos metros de la castiza Pradera y del Palacio Real, el mayor centro de acogida o recogida de personas que, por las circunstancias que sean, han acabado viviendo en la calle. Ha hablado también con los profesionales del centro, trabajadores sociales en su mayoría, y con la comunidad de monjas en la que tiene su origen el CASI y que hoy en día siguen existiendo y trabajando en este lugar.
No hay mucho más que decir, solo comentar que el libro vale la pena.
La opinión de los demás:
«He aquí un relato sin ficción que hace, con un coraje y una limpieza admirables, lo que solo la literatura de verdad puede hacer: volver visible lo invisible, enfrentándonos a una realidad -la de la pobreza y la exclusión radicales- que no queremos ver. Un libro magnífico.» Javier Cercas
«No hay duda de que la lectura de ciertos prosistas de la mejor tradición hispánica ha ido conformando su estilo, exigente y dúctil. Si a esto sumamos su sólida propuesta intelectual -de raíz centroeuropea-, nos encontramos ante una feliz rareza española.» Alberto Gordo (El Cultural)